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Es que él, el equilibrio, es el que hace que permanezcamos. Los extremos son intemperancias prolongadas o efímeras que comportan rechazos, primero con uno mismo, y luego, con los demás, es decir, encontrar el término medio que apacigua de todas las cosas, el que construye el permanente convivir. Mi afecto
Ruben Ricardo Arteaga