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SHELIDAH / 12 de Diciembre de 1895 / / / La otra tarde estuve leyendo un libro inglés de crítica, lleno de toda clase de discusiones sobre poesía, arte, belleza, etc. Según iba entrando en estas artificiales discusiones, mis facultades, cansadas, parecían vagabundear como por una región vacía. / La noche estaba bien entrada. Cerré el libro y lo dejé sobre la mesa. Después apagué la lámpara con la idea de irme a la cama. A través de las abiertas ventanas, la luna entró de pronto en la habitación. La pequeña luz de la lámpara me había estado iluminando débilmente como a un Mefistófeles, y esa tenue luz había desvanecido la infinita luz de la alegría procedente del amplio amor que es todo el mundo. ¿Qué es lo que había estado buscando en la vaciedad del libro, con aquella luz llenando los cielos, silenciosamente, esperando todo este tiempo? / Si me hubiese ido a la cama dejando las ventanas cerradas, y perdiéndome esta visión, habría permanecido allí, sin proferir protesta alguna con
Raquel Perazo