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PARA VOS CARLOS .... / Dicen que los trenes son como la vida. Pero hay quienes piensan que la vida es como un tren: uno elige dónde subirse, pero debe pagar boleto. Está repleta de ascensos y descensos, salpicada de accidentes, de sorpresas agradables en algunos casos y de profundas tristezas en otros. El gran misterio es que no sabemos en qué estación descenderemos y, mucho menos, dónde bajará el que está sentado en el asiento de al lado. Y por último: el tren solo pasa una vez. La comparación, subjetiva por cierto, bien le cabe a la realidad ferroviaria argentina. Quizás porque los años transcurren y el tren no vuelve, sigue sin pasar. Solo lo vemos en nuestros recuerdos. Como este que hoy evocamos. / / Estaba pintado de color gris plateado con una guarda azul en los laterales. Era un tren expreso de trocha métrica. En cada parada una multitud heterogénea colmaba los andenes. Era un convoy repleto de soñadores con algunos escépticos camuflados. Un expreso de pasajeros que cubría en
Luisamaria Amador