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No la vi ayer... Todo un documento. Cuando se inicia una guerra, los soldados que mueren se miden en bajas porcentuales, se estiman las pérdidas y ganancias, como si se tratase de una venta de artículos prescindibles, pero quienes mueren son personas, amigos, familiares, padres, hijos... son tipos como el que lee el poema, quien no murió pero que, solamente él, y nadie más que él sabrá las secuelas que dejaron esa decisión tomada desde una cómoda oficina en la que, ahora sabemos, sobraba el buen whisky y escaseaba la razón. Todo un documento que cuenta muchas tristes historias.
Carlos Costamagna