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Y ahí, en ese cuarto de segundo (tal vez mas si la abuela alargaba la pausa), me la imagino mirando fijo y con una suave sonrisa, el estremecimiento llegaba al máximo de la mano de la fantasía y el cuento arrancaba con la expectaviva captada a su máximo nivel... Muy buena foto Miguel, hubiera sido lindo escuchar esos cuentos de chico. Un abrazo
Hernan Livio