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Lázaro David Najarro Pujol
28/06/19  19:40:21
Oh, mi pueblo. / / Si yo pudiera / confiar a una guitarra compañera / mi pena simple, cantaría: / / Aquí estoy ¡oh tierra mía! / en tus calles empedradas, / donde de niño, en bandadas / con otros niños, corría. / ¡Puñal de melancolía / este que me va a matar, / pues si alcancé a regresar, / me siento, desde que vine, / como en la sala de un cine, / viendo mi vida pasar! / Repito nombres ya desabrigados, / a la intemperie; nombres como huesos / de antepasados prehistóricos. / (Mi prehistoria: ayer apenas, / hoy mismo todavía y mañana tal vez.) / ¿Dónde está Ñico López, farmacéutico / y amigo? ¿Dónde está, por ejemplo, / Esteban Cores, empleado / municipal, redonda cara roja / con su voz suave y ronca? / ¿A dónde fue mi abuela pequeñita, / caminadora pequeñita, / Pepilla pequeñita, / con su voz asfixiada y su pañuelo / de cáncer ya en el cuello, / mi abuela pequeñita? / ¿Y el policía Caanmañ, con altos ojos verdes / y boca de dos dientes? / ¿Y dónde está Zamora, el policía / negro, cor
Sol Suave Lázaro David Najarro Pujol
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