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La elección de la intensidad del monocromo para expresar ese abandono, tan habitual como incomprensible en los finales de los veranos, es un acierto. Todo languidece, el mar se vuelve mas denso, avasallante y misterioso. El cielo se confunde con el agua y algo nos anuncia que nos quedamos solos otra vez. El recorte de las casas le da un plus, un marco a la soledad y al abandono. Una contundente obra, Roberto!.(AP)(AP)(AP)(A)(A)(A)
Laura Nardo