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El 26 de noviembre de 1868, en el Paradero de Las Minas, Ignacio Agramonte Loynaz dejó claro la posición de los camagüeyanos de continuar la lucha cuando expresó indignado aquellas históricas palabras: / / `Acaben de una vez los cabildeos, las torpes dilaciones, las demandas que humillan: Cuba no tiene más camino que conquistar su redención, arrancándosela a España por la fuerza de las armas`. / / Con su firmeza encausaba el curso de la Revolución e imponía la razón y la verdad sobre la traición y la cobardía. Desde ese instante Agramonte estaba recabando de sus compatriotas el llamado a la vergüenza para enfrentar al enemigo. Demostraba con esa actitud sus dotes de dirigente, porque como apuntó Martí: / / `... domó de la primera embestida la soberbia natural` o `Era como si por donde los hombres tienen corazón tuviera él estrella...` / / Ese mismo día 26 se constituyó el Comité Revolucionario de Camagüey, organización civil que dirigiría la insurrección en el territorio y que inte
Lázaro David Najarro Pujol