Blanco y Negro
Definir la luz parece simple hasta que nos proponemos hacerlo. Los fotógrafos debiéramos formularnos esta pregunta a menudo para, de manera continua esbozar respuestas que seguramente irán variando en la medida en que evolucionemos junto a nuestras imágenes. La decisión de qué hacer con ella, la manera de atraparla, de marcar las huellas que nos dejan en los objetos o superficies sensibles, de expresar esa idea que se nos ocurre mientras la vemos con los ojos, es decir, de traducirla en fotografías, es absolutamente personal y seguramente diferente. Que sea en blanco y negro, con la quita de todo cromatismo implica muchas cosas. Implica decisiones complejas para una expresión más reducida y que excede los propios límites de formato, para incluir también en los límites al color. Esta manera propia de la fotografía de alejarse de la obviedad a través de la abstracción del color, es propia, y nos posiciona en un lugar que no siempre es bien recibido. Este alejamiento de “lo real” –expresión muy clara que no me parece verdadera-, nos coloca en una situación de complicidad con el espectador maravillosa, ya que al no ser tan explícito, sugiere formas y objetos que traducen una comunicación más codificada y también más sensible y fuerte. Es decir, se abre un código en el lenguaje visual fotográfico que nos permite una comunicación; una especie de metalenguaje visual en donde lo connotado adquiere más peso que lo denotado. Por lo tanto, con las luces y las sombras, desde el espectro más amplio pero limitado de los grises, con volúmenes y espacios vacíos, y con el deseo de expresar y compartir lo expresado con quien mira nuestra fotografía, es que uno decide el blanco y negro como modo de comunicación.
Existen diferentes maneras de hacer una foto en blanco y negro. Desde un negativo con sales de plata activadas por la luz, o desde números matemáticos convertidos a través de un fotodiodo activado por la luz. Ambas maneras de hacerlo son consecuencias de lo que la luz produce sobre una superficie sensible a ella. Aprender la técnica fotográfica es conocer todos los elementos que entran en juego, para lograr con la mayor calidad posible y con toda nuestra manera de ver, y de expresar, que una escena se convierta en un negativo, o en un archivo de imagen digital. Entonces podríamos decir que hay dos hechos importantes en la toma, la técnica necesaria para la obtención del registro, y la pasión, sensibilidad, visión, etc, que nos lleva a crear la imagen. Sin técnica las posibilidades se reducen, y sin pasión desaparecen.
Este texto no será un texto de enseñanza técnica, sino que me limitaré a las diferencias que tendremos en cuenta a la hora de haber elegido un archivo digital, o un negativo del tipo analógico.
La luz que existe al momento de disparar el obturador, debe ser medida y analizada con anterioridad, ya que la superficie que la recibirá, está preparada para una cierta cantidad de ella, y por encima de esa cantidad de luz, la imagen se quemará, y por debajo solo obtendremos negros puros en la imagen. Es por eso que las cámaras tienen una apertura y un tiempo de exposición. Los ISO de las digitales equivalen a los ISO de los rollos, solo que éstos no podrán ser cambiados por el fotógrafo, así que tendremos que limitarnos a lo que el fabricante ha dispuesto.
Aquí radica la primer parte del problema digital/analógico. La mejor parte del registro de la luz que habrá pasado por nuestro lente, será registrada en las zonas más iluminadas de nuestro archivo digital, o en las zonas medias (gris medio) de nuestros negativos, razón por la cual la medición que deberemos hacer será distinta. Además, una buena cámara digital actual tiene unas trece o catorce zonas de registro (unas 12 con detalles), y una analógica unas diez (solo 7 con detalles en las texturas de la imagen). Como síntesis podríamos decir, que la mejor zona para captar textura de una cámara analógica es la del gris medio llamada zona V, y la de una digital de doce zonas justamente ésta, la más clara o la más blanca, y además que una analógica mide el gris medio a cinco zonas de los blancos, y cinco de los negros, en cambio una digital lo hace a tres zonas de los blancos (tres y un tercio se quema) y a 9 de los negros (si tiene 12 zonas), pero su zona de mejor textura será la más alta, en donde el archivo posee la mitad de los datos de todo el registro. Es posible en casa hacer la prueba con ambas cámaras, y muy fácil verificar los hechos.
Si en las manos tenemos una cámara analógica con un rollo blanco y negro, entonces deberemos conocer que los colores serán perdidos en el momento de la toma, y que un azul puede registrar el mismo tono de gris que un rojo o cualquier otro color con la misma intensidad de iluminación. Solo los filtros de colores pueden alterar este proceso. En cambio si la elección fue de una cámara digital, entonces tendremos un archivo con los tres colores básicos de un RAW. Aunque existen versiones de Leica y Fuyi con sensores solo monocromáticos sin matriz de Bayer que solo dan archivos blanco y negro.
Todas las cámaras se parecen, tanto digitales como a rollos, pero no funcionan igual, y debemos conocer las diferencias para saber cómo comportarnos frente a ellas.
Como puede apreciarse en la foto superior de la izquierda, los archivos digitales poseen una enorme calidad de información en las altas luces, dejando ver las áreas claras con una gran definición y detalles. También puede apreciarse que si bien las áreas oscuras poseen menor información, éstas igualmente tienen la calidad necesaria para definir también las sombras.
En la foto de la derecha, puede observarse que los detalles de las sombras están perdidos, y los de las altas luces poco definidos, pero en cambio puede verse en ella una plasticidad en las luces muy difícil de igualar con los archivos numéricos, salvo con un buen tratamiento de edición del post proceso para tratar de equipararlos. En los negativos, las luces parecieran pintar la imagen, mientras que en los sensores, pareciera documentar la información.
Esta excelente definición es una de las virtudes que caracterizan a las fotos digitales. Precisión en los detalles, contraste exagerado entre dos tonos. En cambio, las luces en los negativos, suelen difundir hacia los cristales de plata vecinos y perder lo que su acutancia.
La analistas de la fotografía digital color en general, han aplaudido repetidas veces esta ahora posible gran definición de las imágenes, y los editores muchas veces abusado de este contraste llegando a destacar imágenes con un tratamiento llamado HDR como si de una bondad se tratara, y llevado también muchas veces al mismo blanco y negro.
Nada es tan cierto, y nada es mentira. El resultado final de una imagen blanco y negro solo debe expresar lo que el autor pretende decir con ella. Es por esto que antes de comenzar con la edición de una imagen digital que pretendemos sea en blanco y negro, deberíamos tener claro que es lo que queremos que se vea, y para ello, conocer este lenguaje particular de solo luces y sombras, en donde la mirada del espectador seguirá el camino que le tracemos con nuestra composición y edición.
Carlos Martino
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