Aún ante la excelencia y calidad actual de la imagen digital; la imagen analógica adquiere una relevancia manifiesta entre los amantes de las buenas copias artesanales donde se conjugan el arte del copiado, la calidad del papel y el amor por la imagen de una gama tonal característica.
La copia analógica simboliza algo más que la supervivencia de una técnica. Lo exigen los Museos, Galerías y Coleccionistas nacionales e internacionales, quienes las demandan debido a su historicidad y la excelencia de las imágenes de una época.
La experiencia acumulada por nuestro Estudio (Heinrich Sanguinetti) nos permite producir imágenes museográficas dentro de esos parámetros.
Desde negativos de 35 mm. a 20 x 25 cm., ampliamos a diferentes tamaños llegando hasta 100 x 130 cm. en casos especiales. La aplicación particular de tratamientos de virado, -garantes de conservación y protección de copias-, valoriza esas piezas únicas de la fotografía.
Más de una vez, la realización de esta tarea nos impone partir de un trabajo de restauración previa de los negativos invadidos por hongos o deteriorados por algún factor externo de orden mecánico, climático o químico.
La degradación química produce la liberación de pequeños radicales acetilo del la molécula mayor del acetato de celulosa con que se fabricaban las películas de mitad del siglo pasado. El soporte comienza a encogerse, la emulsión fotográfica se ondula formando canales que se van despegando del mismo, aparecen ampollas que pueden perforar la emulsión; la película pierde flexibilidad y se puede quebrar si forzamos su aplanamiento mecánico. Un leve aroma a vinagre por el ácido acético formado indica que el fenómeno se ha iniciado, aroma que se hace penetrante cuando el mismo avanzó lo suficiente; dejando una exudación de sabor ácido fuerte y amargo. Si el sobre donde de guardado el negativo es hermético del tipo polietileno, polipropileno, etc. su emulsión se va licuando (como cuando queda sumergida en agua mucho tiempo) y no hay retorno ni salvación.
En los casos de sobres de papel si el proceso se deja avanzar mucho el soporte se desgrana en pequeños trozos pulverulentos cristalinos, ya que el ácido se volatiliza. Luego de un tiempo mas o menos prolongado la presencia de un porcentaje mayor de ácido acético libre cataliza el proceso acelerándolo.
En todos estos estados la foto es incopiable, pero si su valor lo amerita se puede salvar la emulsión despegándola del sustrato y volviéndola a montar en un soporte nuevo límpido. La tarea es delicadísima ya que la “tela de cebolla” de la emulsión con la foto es muy lábil; hay que lavarla para separar rastros de soporte viejo y del ácido acético, si ya tuviera roturas se trata de rescatar los trozos sueltos deslizándolos sobre el soporte nuevo.
Con la imagen recuperada plana y seca ya podemos reconocer la imagen original e iniciar la tarea de escaneo, retoques digitales y puesta en valor de la foto, lo que requiere de perspicacia para reconocer que elementos producidos por la degradación hay que eliminar por no pertenecer al original (ondas translúcidas claras, junto a otras mas oscuras, rasgaduras a unir, etc.) y que rescatar o reconstruir de él.
Es fantástico ir viendo como algo dado por perdido e invisible durante años en un archivo, vuelve a la vida para que futuros espectadores vuelvan a disfrutar de imágenes de su historia, la obra de sus maestros y creadores de una parte de la llamada fotografía “moderna”.
Ricardo Sanguinetti
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