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Publicado: 12-03-2014
1178 visitasPor: Teresa Ternavasio
Córdoba - Republica Argentina
Deuda de Amor
Una deuda de amor y agradecimiento, pesaba sobre el corazón de Manuelita O.
Tendría ella unos cinco años cuando los vecinos organizaron un picnic al río de La Calera. Un domingo en que el sol pintaba de dorado todo lo que tocaba, partimos juntos en el camión de don Atilio, el carbonero. Los adultos acomodaron las bolsas con los alimentos. Vino, carne para asar y achuras, infaltables por supuesto A los niños, nos brotaba la felicidad por los poros. Las conversaciones se convirtieron en un griterío parejo en el acoplado del vehículo, bien dispuesto, con bancos haciendo rueda para las señoras y los chicos, y los hombres sentados en el piso o simplemente colgados, como podían.
Felipe, echado, con algún par de niños encima, que utilizaban su cuerpo de almohadón. Se quedó tan quieto, como si los chiquilines, fueran su cría.
Cuando llegamos, una vez que hallaron la fronda indicada para instalar la mesa debajo, mientras las mujeres se apresuraban, ubicando tazas para el mate cocido, vasos y platos, los hombres buscaban la leña para encender el fuego.
No recuerdo haber degustado mejor almuerzo que el de aquel día.
Llegó la hora de la siesta y las claras aguas del río se poblaron de vecinos que buscaron el fresco y la diversión. Las señoras gordas ingresaron con sus batones floreados (tiempo habría para escurrirlos), los hombres buscaron los lugares más profundos para poder nadar y los niños quedamos bajo la mirada vigilante de los mayores.
-Cuidado Manuelita, no te apartes -dijo papá.
Contesté al descuido “Si” al mismo tiempo que comenzaba a saltar de piedra en piedra. Me alejé sin darme cuenta que el agua me llegaba al cuello. Me asusté y cuando quise regresar, resbalé y ya no pude pensar más. Solo sé que algo tironeó de la prenda que me cubría y me arrastró, hasta que unos brazos me rescataron.
No fue sino un par de años después que comprendí la hazaña de Felipe, quien me salvó con sus dientes, hasta que me vio papá.
Su recuerdo, es un tatuaje en mi alma.
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siendo su autor el único responsable de la misma. Comentarios (6)
Dejar Comentario 06/04/14 10:43:52
Beatriz, estoy ¡tan agradecida! por separar un momento de tu tiempo para leer lo que una escribe con tanto afán y amor - Te mando un beso grande-
Teresa Ternavasio Responder19/03/14 23:33:35
Qué bello y conmovedor relato Teresa...es increíble el amor que dan estos seres fantásticos como Felipe...un recuerdo imborrable para el alma amiga!! Besos
Maria Isabel Hempe 20/03/14 14:34:19
Hola amiga...te pregunto, leíste `la partida de Felipe` (el anterior) porque ésta es la continuidad. / Como sea te digo, Gracias amiga por ser tan amable y leer todos mis escritos - un gran abrazo.
Teresa Ternavasio 14/03/14 22:35:16
Muchísimas gracias Mercedex por colaborar con tu comentario. Para mí es muy importante por que para eso escribo, para que a la gente le guste, es dedicado a la gente. - un beso gran amiga.
Teresa Ternavasio 14/03/14 22:37:03
¡¡Gracias Miguelito, me importa mucho tu opinión !!! - Un abrazo.
Teresa Ternavasio Responder13/03/14 07:55:59
Ellos son así y la vida me ha llenado de ellos que con su ser ten particular alegraron mi vida... / Siempre digo que castigo nos impuso el creador al hacer que ellos vivan tan pocos años acompañándonos y tengamos que llorar sus / muertes, Gracias por tan lindo relato me hiciste emocionar, te mando un beso.
Enrique M. Picchio ( Pem ) 14/03/14 22:40:16
No es un castigo, DIOS tiene todo planeado y esto es asó. Nosotros cumplimos con amarlos, atenderlos y hacerlos pasar de la mejor manera en esta vida, todo lo demás es inmanejable. / Gracias amigo mío por participar - Un abrazo.
Teresa Ternavasio Responder12/03/14 23:37:39
¡Cuantos recuerdos parecidos a los míos! (salvo por la ausencia de un río de frescas aguas para la aliviar la pobreza). Un cuento lleno de ternura... ¡Gracias!!!
Carlos Costamagna 14/03/14 22:42:59
Yo tengo muy buenos recuerdos y a ellos me aferro. Por eso puedo manifestarlo con amor - Un abrazo amigo y gracias por participar.
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