Siempre suelo tomar el tranvía de Bella Vista, el cual me lleva hasta la estación más cercana de mi sitio de trabajo.
Veintiún meses atrás me sucedió algo que, para muchos que tienen el privilegio de ver la vida en diversos colores, simetrias y formas diferentes; lo catalogarían de insólito!, Sin embargo, yo que soy invidente, lo tomé de la manera más natural.
Ese día cuando abordé el tranvía, me senté exactamente en el puesto que está detrás del conductor. Cuando el autobus llegó a su segunda parada, una dama muy refinada (lo deduje de acuerdo a su conversación con el chofer) abordó el transporte con una señorita y le dijo al conductor lo siguiente.
_Sr. Hilario! ¿como le va? que bien que es usted el que conduce hoy este turno del tranvía. Querría pedirle un gran favor de dejar a mi sobrina Margarita en la penúltima parada, pues, allí le espera mi hermana Marcela para recogerla_
_Desde luego, Sra. Asunción! detrás de mí hay un espacio disponible_
_¡Gracias! Sr. Hilario, es usted muy amable. Tome el coste del boleto.
Al instante, presentí que a mi lado se sentaba una chica muy educada, de finos modales y, obviamente, hermosa. Para romper el hielo, me presenté y comencé una breve conversación con la misma.
_¡Buenos días! mi nombre es Rodrigo ¿ y el suyo?.
_¡Encantada! mi nombre es Margarita.
_Siempre he creido que las mujeres que suelen llevar nombre de flores, son lindas y muy refinadas.
_¡Gracias! por su cumplido, caballero, pero me considero muy sencilla.
_¡Ja, ja, ja, ja! y también muy modesta_le dije.
_La modestia es el arma de toda mujer encantadora, ¡ja, ja, ja!
_Estoy de acuerdo Margarita, a propósito, hoy ha sido un día muy brillante y especial. Solo mire a través de la ventanilla para que pueda observar a la gente caminar y sonreir.
_¿Acaso se burla de mí?
_Desde luego que no! Margarita ¿como cree?
_¡Pues! no se ha dado cuenta que soy ciega?
_¡Ah! Caray, disculpeme por favor! Margarita, no fue mi intención ofenderle.
_¿Y cómo puedo saber que no ha sido malintencionado conmigo?
_Bueno, debo decirle que yo también soy invidente.
_¡Nooo! ¿es cierto?
_Así es, soy ciego de nacimiento.
_Ja, ja, ja, Disculpame por favor!
Ese día, reímos hasta más no poder, nos intercambiamos los números telefónicos y la visité muchas veces a su casa. A los 3 meses nos comprometimos, a los 9 meses nos casamos y hoy, exactamente, cumplimos un (1) año de haber jurado fidelidad hasta que la muerte nos separe.
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