En una apartada playa, caminando por ella… alejándonos de las luces y el bullicio veraniego, recostados sobre la arena comenzamos a contemplar el firmamento…en total silencio... y con asombro descubrimos un mundo nuevo, que no estaba vacío… tachonado de estrellas… millones de ellas lo cubrían por completo… así fuimos descubriendo las Tres Marías, la Cruz del Sur, el Carrito… la Vía Láctea… las fugaces con sus largas colas trazando una línea que dejaban al morir.
Mas de dos horas disfrutamos del gratuito y poco contemplado espectáculo, ya que los citadinos por mirar abajo y adelante, no miramos para arriba, aunque rodeados de luces y humo, solo vemos un enorme agujero negro.
De vuelta a casa, esa misma noche salimos al balcón… y elevando nuestras cabezas, doblando el cuello endurecido por no hacerlo siempre… exclamamos al mismo tiempo…
---Nos han robado el cielo…
FotoRevista no asume ninguna responsabilidad por el contenido esta nota,