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Esperando al Embajador

Publicado: 25-08-2013
762 visitas

Por: Teresa Ternavasio

Córdoba - Republica Argentina
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Esperando al Embajador

 

          En  la cúspide de  la cuesta, única por el colorido, se destacaba  la casa amarilla. Un  lugar que guardaba, como en una caja mágica, imágenes y sensaciones.

Sobretodo, donde ella pudo crear un mundo, a través del cual, con las palabras, lograba  una condensación de su inconsciente.

También el sitio, donde  con  Julio Scurri, estrenaron el amor. Aquel tiempo que,  a pesar de todo, permanecería  en la memoria.

          Hacía un par de años, convencidos del sentimiento, decidieron convivir en la casa que le heredó el abuelo en esa  villa serrana.

          El primer lapso fue singularmente dedicado al amor. Aunque les costaba congeniar, las manifestaciones amorosas, estaban durante el día, la noche y siempre había restos para después. Horas magníficas, donde el placer resbalaba sobre sus cuerpos, como la lava de los volcanes.

Pero el amor es como la tierra, necesita nutrirse,  sino corre el riesgo de atrofiarse.   

Y el amor de ellos se esfumaba de a poco

Las desavenencias, el desacuerdo en lo cotidiano, el ego de cada uno, tiró abajo la relación, como si fuera una  cerca de barro.

Julio regresó a la pensión y ella   -escritora de profesión-  buscó consuelo en su trabajo, para su fracasado amor.

          Se acostumbró a estar sola.

Una vez por semana, se proveía de mercaderías en el almacén del pueblo. Pocas personas la visitaban, pero Julio era una de ellas. Aunque no se comprendían, cada uno, le ponía fichas a la esperanza.

En la casa que  le había  quedado grande, sus pasos resonaban  como tamborileo.

Los espacios vacíos, a menudo, la asustaban. Solía imaginar  -a raíz de la soledad-   una presencia que luego descartaba

Sin embargo esta vez no era la soledad.

Sentado en una de las sillas del comedor diario, se recortaba, a través del vidrio de la puerta,  la figura delgada,  de un individuo mayor.

No lo conocía. Tenía  la  barba crecida y el  pelo largo. Sintió pánico. Una nube de humo llenó su cabeza y las piernas le temblaban.

El miedo comprimía su garganta y desde el ambiente contiguo, lo observó  aterrorizada. Podía acuchillarla o tal vez atacarla con un arma de fuego.

Pensó en pedir auxilio, pero sabía  que no había  nadie, alrededor.

Debía  encararlo.  No tenía opción.

Como quien se arroja a un abismo, tomó impulso y de golpe, abrió la puerta

      ---¿Quién es usted  - preguntó gritando

El  hombre sin inmutarse, siguió en la misma posición.

      ---Espero al embajador  -dijo luego.

Desconcertada por la respuesta, volvió a gritar.

      ---¡Váyase!

      ---No puedo. Estoy muy cansado y espero al embajador

Retrocedió y se quedó divisándolo. Quiso  llorar. Entonces pensó en Julio y deseó tenerlo cerca y entendió que contaba con su amparo.

 Parecía un desquiciado ¿qué haría?

Al rato el hombre se levantó de la silla y se acercó  al vidrio. La miró a los ojos,

      ---Tengo hambre   --- le  dijo.

Los nervios parecían anularle el cerebro, pero luego de un momento llegó a la conclusión de que si se trataba de un loco, lo mejor era seguirle la corriente, hasta saber qué hacer.

Preparó un sándwich en la cocina, Con un movimiento rápido, se lo entregó.   

Con la paz de los seres enajenados,  comenzó a comer. Entonces ella tomó coraje y le preguntó.

      ---¿Para qué  espera al embajador?

      ---Porque él  ha prometido ayudarme para volver con  mis padres. Yo vivo muy lejos ¿sabe?

Esta incoherencia la tranquilizó

De pronto sonó el timbre de la casa y su rostro se iluminó.  Por fin alguien, pensó.

El chirrido alteró al sujeto, que giró con brusquedad hacia la puerta. De nuevo el miedo trepó hasta las sienes.

      ---¡Espere!, debe ser el embajador   ---gritó---  Voy a atenderlo  

Jamás distancia alguna  le había parecido tan larga como la que debió recorrer hasta la puerta de entrada. Por segundos esperaba que un cuchillo se clavara  en su espalda.

 Abrió y con alivio vio que tenía enfrente al mismo  Julio.

      ---Señor embajador, lo estamos esperando   ---dijo en voz alta como para ser escuchada por el  raro  visitante. 

Extrañeza, fue la primera actitud de Julio.  Al ver su cara  con un rictus desesperado, en un esforzado intento por contener el desborde de las lágrimas,  él cayó en la cuenta que este recibimiento tendría  una  explicación.

Luego de enfrentar al desconocido, tomó precauciones y enhebró un diálogo que le hizo suponer al desquiciado,  que era la persona que esperaba

En un tiempo prudente, Julio lo tomó del brazo y se encaminó hacia su auto, llevándolo  consigo.

Antes de marcharse  volteó sobre su eje. Ella, desde un ángulo del living lo miraba conmovida. Con voz pausada él le dijo: volveré querida, siempre volveré

Aspiró profundo y con un gesto de liberación, le contestó: te espero, amor.

 

 Teresa Ternavasio

 

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siendo su autor el único responsable de la misma.
  

Comentarios (4)

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Maria Isabel Hempe
ResponderMaria Isabel Hempe15/09/13  15:41:01
Hermoso cuento Teresa, hoy que es un domingo de lluvia, me encanta leer y me acordé de vos amiga!! Felicitaciones!! Besos
Sol Suave Maria Isabel Hempe
 
 
Miguel Fernandez Medina ( Elfs )
ResponderMiguel Fernandez Medina ( Elfs )30/08/13  19:24:44
encantado de leerte terecita y como dice Marcelo Volvere,muy atrapantes tus relatos,espero con ansiedad y alegria tu publicacion,abracitos,elfs
Sol Suave Miguel Fernandez Medina ( Elfs )
 
Teresa Ternavasio
Teresa Ternavasio01/09/13  23:02:54
Hola Miguel - Perdoname que no te haya contestado en seguida, pero es que en estos días ando muy ocupada. Querido amigo te agradezco con todo mi corazón el tiempo que otorgas a la lectura de mis escritos y mucho más la dedicación de tus comentarios...seguiré, si Dios quiere y siempre espero tus palabras - un gran abrazo.
Sol Suave Teresa Ternavasio
 
 
 
Teresa Ternavasio
ResponderTeresa Ternavasio26/08/13  18:45:30
Entonces yo tendría que decir `te espero amor`...hummm...queda medio desubicado ¿no?...bueno, lo dejamos para otro cuento (jajaja). Gracias Marce por leer el cuento y mucho más agradecida por tus felicitaciones. Te comento que voy a editar (si Dios quiere) un libro solo mío (porque he participado en varias antologías), pero de POESÍAS, dedicado a mi hijito Pablo que murió (ya te conté). Ya lo entregué para que sea revisado, cuando me lo den comenzaré a pedir presupuestos (sale caro)y después decido. Es un homenaje que le hago a mi pequeño hijo, por eso voy hacer un sacrificio y lo haré. Cuando lo presente te voy a contar (todavía falta) - Un abrazo amigo.
Sol Suave Teresa Ternavasio
 
 
Marcelo Nestor Cano
ResponderMarcelo Nestor Cano26/08/13  13:06:54
me encanto... felicitaciones.. un abrazo Amiga....volveré / querida.. siempre volveré......
Sol Suave Marcelo Nestor Cano
 
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