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Publicado: 24-08-2010
3540 visitasPor: Ricardo Palmadessa
argentina/buenos aires
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Festival de la Luz - Veinte muestras
Luego de una tarde deambulando por las salas del CC Recoleta, y habiendo recorrido también las muestras presentadas en la Fundación Itaú Cultural, en el CC Borges y en el Teatro San Martín, queda la idea de haber revisado un catálogo en directo de la fotografía actual. Quizás no sea así. En ese caso, tomémoslo como un muestreo. Podemos considerar entonces que la actualidad fotográfica se agrupa en dos vertientes: una tendencia “clásica” y por ello más homogénea, se contrapone a otra, orientada hacia una búsqueda tanto en lo formal como en los contenidos, de nuevos horizontes expresivos. Dada la heterogeneidad de este último grupo es difícil encontrar puntos en común: cada caso es único y muestra una personal visión. Una búsqueda a veces, a mi entender, un poco incierta de algo nuevo para decir.
Dentro de este panorama, lo primero que llama la atención (o salta a la luz, ya que hablamos de fotografía), son los casos atípicos, en los que es difícil decir si se trata de clásicos, modernos, postmodernos, neomodernos o como quiera que pudieran denominarse.
Por ejemplo, la notable muestra de Jan Banning, Burocratics: una serie de retratos de burócratas, empleados estatales, de diversos países, sentados en sus escritorios, en sus lugares de trabajo. A las notorias diferencias a simple vista entre los personajes, se suma el dato, en el epígrafe de cada foto, del salario mensual que percibe cada uno, en moneda local y su equivalente en dólares. Un minucioso trabajo de antropología social, donde la foto es un registro visual de la investigación, pero que por la profusa, variada y colorida galería de rostros posando ante la cámara, en actitud orgullosa mostrando su pequeño dominio, la cuota de poder que le ha tocado en suerte, adquiere gran valor visual por lo radical y riguroso de la propuesta. La elección del formato cuadrado, y la plena pero suave y casi frontal iluminación, y el invariable mirar a cámara de los retratados, produce un efecto de igualación, que permite al espectador realizar una lectura acerca de cada uno de los personajes, acercarse a su realidad.
En el extremo opuesto están las potentes imágenes creadas por Leopoldo Plentz en su muestra Cosas Inútiles : objetos encontrados, basura levantada del asfalto, laminada por el sucesivo paso de las ruedas, elementos pasados por el escáner, procesados, ampliados e impresos a gran tamaño. Fotos sin cámara, fotogramas digitales, imágenes abstractas que sin embargo permiten rastrear la realidad contenida en esos fósiles urbanos: un rollo fotográfico o un tapón de sidra, aplastados y ampliados decenas de veces, resultan de gran atractivo visual, aunque se expongan al juicio fácil: “Eso no es fotografía” . Puede ser que no lo sea pero, ¿importa?
Novedosa visualmente, pero monótona por lo extensa quizás, resulta Migrations de Virgil Brill. Imágenes atractivas a primera vista, llenas de misterio, nos llevan a pensar en pinturas, claroscuros en carbonilla. La impresión en tela y el montaje sobre bastidores acentúa la idea de estar ante la obra de un artista plástico. Siluetas humanas en sombras, multitudes dentro de una densa bruma, gente en actitud expectante, no sabemos bien ante qué nos encontramos. No hay explicación, pero ¿debería haberla? Seguramente todo está allí, ante nuestra vista. Habrá que saber encontrarlo, aunque la repetición, la multiplicación y la diversidad de formatos (aunque no de contenido), no contribuye a hacerlo.
Realmente atractivas y de gran interés resultan en cambio varias propuestas dentro de la vertiente clásica, e hiladas por el blanco y negro:
Excelente resulta la presentación Los Seneises de Mariano Manikis, mostrada en proyección continua en una pantalla LCD, ambientada con música y objetos alusivos. Un maravilloso retrato de La Boca, sus calles, sus lugares, sus locales, y sus personajes, en riguroso blanco y negro, infrecuente y original para el tema, por lo que se torna en una visión muy personal, sensible, y no exportable del barrio del sur de Buenos Aires.
Observances de Emmanuel Santos, es una serie de fotos de gran calidad visual y humana, un retrato étnico realizado con espontaneidad, belleza y sensible creatividad. Montada además, con una despojada presentación: copias en papel cuidadosamente enchinchadas en la pared.
Echi, de Giovanni Marrozzini, resulta una colección de bellísimas imágenes que muestran la vida de inmigrantes italianos de la región de Le Marche, pero también sus cosas y sus lugares, a través de una mirada clásica en el mejor sentido: imágenes cuidadosamente compuestas, en monocromo, de gran calidad visual, logran el mejor marco para albergar el contenido migratorio que esta muestra tiene como punto de partida, cumpliendo perfectamente con el tema de esta edición del Festival.
Fuertes y bellas imágenes, también en blanco y negro, integran la serie Poloneses de Tadeu Vilani, sobre inmigrantes de origen polaco en el sur de Brasil, presentada en la fotogalería del hall central del Teatro San Martín. Con la colaboración del espacio, la muestra se divide en dos partes: de un lado situaciones del campo y sus trabajadores, y del otro escenas domésticas y de mayor intimidad, interiores de las casas o de algún local. En todos los casos, composiciones muy cuidadas, y hermosas tomas de aspecto más espontáneo, que transmiten sensaciones vitales de un pueblo y sus tradiciones.
Del resto de lo que vimos, resultan interesantes algunas de las creaciones de Sergio Fasola, siempre en el borde entre el hiperrealismo y el hiper-irrealismo.
O la elaborada instalación de César Giaginto, La Tira, homenaje gráfico a la inmigración en la Argentina.
Otras propuestas de calidad, como Epecuén de Inés Clusellas , y los Mexitanos de Valentina Siniego, ambas en Recoleta, se suman a los notables retratos de familia de Fifi Tong, y al relato de viaje enhebrado por la vida de un personaje atravesando China, Desde algún lugar hacia ningún lugar: migrantes internos de China, la exhaustiva seriede Andreas Seibert, éstas dos últimas en el CC Borges.
Hasta aquí esta apretada síntesis de lo visto. Queda flotando la idea de que al estar todo hecho dentro de la fotografía, hay que inventar cosas novedosas y originales, en una búsqueda que termina siendo un fin en si mismo. Pasa a tener más valor la propuesta, el concepto, que el resultado fotográfico. El interés por decir algo nunca dicho, lleva al callejón sin salida de que a veces no hay mucho para decir. Se diluye el contenido, y prevalece lo formal.
Pero por suerte, hay para todos los gustos, y sobre gustos se ha escrito demasiado.
La fotografía sigue siendo un medio, para registrar de una manera personal la realidad que nos rodea. Esa realidad cambiante, seguirá estando a disposición del ojo del fotógrafo, esperando ser retratada y reinventada, para que podamos recorrerla, reconocerla, maravillarnos ante las múltiples visiones que esos artistas nos muestran.
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siendo su autor el único responsable de la misma. Comentarios recibidos (1)
- 24/08/10 15:05:22
Los dos ultimos párrafos: una acertada síntesis de lo que pasa en la fotografía actual, que muchas veces, como ahí se dice, se convierte en un fin en si mismo y, por lo tanto, se vacía de contenido. Impecable texto.
amado becquer casaballe / IP: 190.16.74.112
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