Me tomó por sorpresa cuando su voz profunda y ronca dijo: "Pon en orden ese lugar, ahora!.
Inmediatamente me hice presente en el sitio y busqué al encargado que, por primera vez en años, tendría que dar forma a esa desvastada mansión de silencio.
José, le dije, deberá usted en tiempo récord reacomodar este lugar que se ha mantenido detenido en esta tétrica soledad. Empezará ya mismo, limpiando las veredas para que queden relucientes y se reflejen en ellas todos sus visitantes, después untará cada listón, cada viga, cada tablón y los pulirá hasta que tomen brillo en cada rincón y destilen ese particular olor a cera y madera; recogerá todas las flores marchitas y las cambiará por resplandecientes margartitas.
Bruñirá cada bronce y cada metal hasta que el sol de la tarde se refleje en ellos, traspasando los vidrios que parecerán ausentes, tras su aseo meticuloso y prolijo.
Cortará uno a uno los arbustos y dará forma al césped de los jardines, al promediar la tarde las fuentes reflejaran el agua en el azul fondo que las contiene; y ya adentrada la noche contará las farolas y podrá cambiar las que que no iluminen bien el parque, para después retirarse a descansar y esperar el domingo, y que vengan ellos a llorar a sus muertos.
Alejandra Spessot
año 2005