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Publicado: 20-10-2008
1243 visitas desde el 13/08/09Por: Horacio Iannella
Buenos Aires, Argentina
Cuando terminé de explicar la importancia de la previsualización en una toma fotográfica comenté que en la próxima clase veríamos fotos de mi autoría. Fue entonces que una joven de minifalda sentaba en el primer asiento, a la cual obviamente yo había previsualizado, preguntó:
— ¿Cuál de sus fotografías causó más impacto?
Me quedé pensando unos segundos hasta que empecé a sonreír al recordar una foto muy especial que nos sacamos con dos amigos cuando estábamos en el secundario...
A mi alumna finalmente le contesté respecto de otra foto, sobre derechos humanos, que tomé en Perú y que fue premiada en Alemania y publicada en varias revistas.
Si me hubiera preguntado por la foto más importante, la más premiada o la de mayor connotación social hubiera tenido varias para elegir. Veinte años de profesión llevan a que un fotógrafo tenga decenas de imágenes entre las cuales optar. Pero sin duda, si de impacto hablábamos, la foto elegida fue la que me saqué en Tandil, durante un retiro espiritual, con mis amigos Rubén y Rolando.
Finalizada la clase me fue imposible dejar de pensar en aquella imagen junto a mis amigos. La cámara con que saqué la foto no era mía y su dueño, el padre Aristóbulo, no se enteró que la usé hasta que mandó a revelar el rollo y le entregaron las copias. Era una cámara de las que hoy, finalizando el siglo XX, casi todos tenemos, las denominadas ‘autofocus' que hacen todo: miden la luz, el rollo se rebobina solo y son muy fáciles de usar. Pero en el año ochenta aquí en Argentina prácticamente no se veían. Al padre Aristóbulo se la habían traído de Europa.
Cursábamos el tercer año en el Colegio Parroquial del Divino Corazón y con frecuencia hacíamos viajes de estudio y retiros espirituales.
Yo lideraba un grupito cuya conducta se define hoy, aun sin la anuencia de la Real Academia Española, con una palabra precisa: “quilomberos”, grupo que existió –y debe existir– en toda división de un secundario que se precie.
La primera salida en aquel viaje a Tandil, fue a una Iglesia que tenía las estaciones del Vía crucis talladas en madera. Estaba bastante oscuro pero el padre le sacó una foto a cada estación mientras nos explicaba, al mismo tiempo, el calvario de nuestro Señor en el Gólgota y el automatismo de la cámara japonesa con flash incorporado.
Cuando salimos del Templo nos hizo parar a todos en la escalinata. Sacó de un estuche un trípode de madera, lo instaló y mientras esperábamos al sol nos comentó que la cámara sacaba sola. Miró por el visor para encuadrar correctamente, apretó un botón y corrió, recogiéndose un poco la sotana de los cien botoncitos, a ubicarse junto a nosotros al grito de: “cuando la luz roja deje de titilar, sonrían”. Supongo que habremos salido con cara de desconfianza porque la operación demoró varios segundos y el reflejo del sol de frente no permitió ver ninguna luz roja.
No recuerdo si ya me gustaba la fotografía, pero fue en ese instante que previsualicé la foto que quería sacar.
La idea pude concretarla al atardecer del día siguiente. El padre Aristóbulo bajó al hall del hotel pero no cerró con llave la puerta de su cuarto; en el pasillo no había nadie y aproveché para tomar la cámara que estaba sobre un catre. La traje a nuestra habitación y la apoyé en la mesa de luz para poder observar a través del visor y encuadrar lo mejor posible. Mis amigos estaban muy ansiosos y pedían que me apurara. El auto disparador era muy sencillo, además había escuchado cómo se usaba cuando el clérigo se lo explicó a otros compañeros. Lo accioné y me ubiqué junto a mis amigos según lo habíamos planeado.
Luego que saqué la foto guardé la cámara en el estuche y con cuidado la volví a llevar al lugar de donde la había tomado.
Con mis cómplices nos juramentamos silencio aunque no era necesario. Los tres nos conocíamos muy bien. Regresamos de Tandil y no se habló más del tema. Pasaron varios días y debo confesar que hasta me había olvidado de nuestra foto.
Un lunes tormentoso, en la primera hora de clase cuando la modorra del fin de semana aun seguía intacta, entró el cura al aula interrumpiendo a la profesora de Instrucción Cívica. Estaba más colorado que una Ferrari y se dirigió casi corriendo hasta nuestros pupitres, los últimos del lado de las ventanas, gritando en la cara a cada uno: “¡Quiero a los padres de ustedes tres en rectoría, mañana a primera hora, sin excusas!” y se retiró sin siquiera disculparse con la Fernández, que con la boca abierta y las manos sobre el pecho tenía un color similar al de la tiza partida a sus pies.
Me empezó a doler el estómago. Uno de esos dolores que no se calman al ir al baño. Mis amigos estaban pálidos como la profesora y la tiza. Enseguida fuimos rodeados por nuestros compañeros desesperados por enterarse qué habíamos hecho.
A la salida, cuando quedamos a solas, los tres discutimos acusándonos mutuamente pero cada uno negó haber hablado con alguien del tema de la foto.
Cuando mis padres me preguntaron el motivo de la citación les contesté con evasivas. Al día siguiente se presentaron con puntualidad y fueron notificados de la decisión inapelable de la rectoría: la expulsión.
Finalmente el único que perdí el año fui yo. A mis dos amigos los inscribieron en otros colegios religiosos. Mis viejos me castigaron privándome de salir por un tiempo aquí en Buenos Aires y no pude pasar el verano en Mendoza con mis primos, tal como lo tenía previsto.
Continué el secundario en un colegio nocturno y empecé –paradójicamente– a estudiar fotografía. No volví a ver a Rubén ni a Rolando si bien supe de ellos por algunos amigos en común con quienes me reencontré.
Empecé a hacer algunos trabajos en casamientos y bautismos. En uno de ellos conocí a una catequista que me hizo rever en parte mi opinión sobre la iglesia. Supe de parroquias que brindaban ayuda a los pobres y donde las enseñanzas cristianas se ponían realmente en práctica, sin hipocresía. Quizás por esto y porque me enteré que el padre Aristóbulo había estado bastante enfermo, fue que un día de otoño me descubrí pateando las hojas caídas en la vereda del colegio mirando de reojo hacia adentro, dudando sobre entrar o no.
Habían pasado diez años y creí haber ido a preguntar cómo nos descubrió; pero se que supe siempre, aún en aquel momento, que fui a pedirle perdón.
Cuando el padre Aristóbulo me vio se acomodó sus anteojos de vidrios redondos como los de Lennon y se puso serio, pero fue solo un instante. Enseguida se adelantó sonriendo y me dio un abrazo largo.
Nos sentamos al sol y charlamos un buen rato. Observé que su mano izquierda temblaba un poco y que su pelo, que supo ser gris como sus ojos, estaba blanco. Hablamos de muchas cosas y fui descubriendo a un hombre que en realidad no había conocido.
Luego de un silencio algo incómodo, mientras me tiraba el pelo de la nuca, el padre dijo: “linda la broma de Tandil…¿eh?”. Aproveché su comentario y como quien canta un quieroretruco, pregunté enseguida: ¿cómo supo que fuimos nosotros padre, quién se lo dijo?
Me miró con ojos buenos mientras transformaba el tirón de pelo en palmadas sobre mi hombro. Pidió que lo acompañara a sus habitaciones y observé –o quizás lo imagino ahora– una sonrisa en su boca.
Al llegar me ofreció asiento en un recibidor que tenía una pequeña mesa con un portarretrato vacío, un mueble de dos cuerpos y un juego de sillones oscuros e incómodos que no utilicé. Luego se dirigió, como queriendo apurar su paso lento, a la habitación contigua.
Tras unos minutos regresó con un libro de tapas negras. Al acercarse a la ventana corrió las cortinas por donde entraba la luz muy tenue del atardecer y empezó a pasar las hojas con el pulgar mientras arqueaba levemente el libro.
Me paré a su lado cuando se dejó ver la foto en tonos sepia de una joven muy bonita. La observó varios segundos; pensé que rezaba pero al instante giró levemente y miró a mis ojos por encima de sus gafas. Al volver a observar la imagen, solo comentó: “todos tenemos pecados de juventud; aquí guardo el mío y el de ustedes” y haciendo pasar unas cuantas hojas más tomó la otra foto. Nuestra foto.
Era la primera vez que yo la veía. La luz era escasa pero igual aprecié que había salido bastante bien. Nos miramos nuevamente pero esta vez reímos con ganas, e insistí:
— Bueno, padre…por favor, dígame cómo se enteró que fuimos nosotros.
Me tomó del brazo meneando la cabeza y caminamos hasta una lámpara de pie que estaba en un rincón, algo tapada por la cortina. Era de acrílico anaranjado y desentonaba con el resto del mobiliario. El padre intentó prenderla. No encendió. Me agaché buscando el cable, la enchufé rápidamente y la prendí.
El cura me dio la foto que acerqué a la luz. Fue recién allí que pude disfrutar de mi obra más trascendente: en primerísimo plano aparecían inexpresivos, inocentes, pálidos y aún sin vello, nuestros tres culos. De inmediato y con el mismo dedo índice que levantaba al dar los sermones, el padre Aristóbulo me señaló a la derecha de la foto, casi en el borde superior, nuestras caras felices de la risa, reflejadas en el vidrio de la ventana entreabierta.
HORACIO JORGE IANNELLA
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siendo su autor el único responsable de la misma. Comentarios recibidos (24)
- 08/12/09 17:56:25
Es muy bueno Horacio,se pueden imaginar los personajes, pero creo que algo de cierto tiene esa historia. habria que ver la foto!.
Hector Hugo Ghiselli / IP: 190.138.173.23 - 01/04/09 00:51:50
Excelente cuento, Horacio! Lo narraste como si lo hubieras vivido realmente y si no es por tu aclaración, para todos es el relato de una anécdota de adolescencia. Realmente una obra maestra de la literatura! ,-). Un abrazo y felicitaciones!
Marcelo Bourdette / IP: 186.12.0.41 - 11/01/09 21:29:44
Gracias Carmen, Fernando y Adan!
Horacio Iannella / web / IP: 200.122.46.132 - 11/01/09 09:07:18
Gracias por la invitacion, realmente me gusto disfrutar del texto, genera muchas cosas a medida que avanza la lectura.. Sin duda que el talento no es solo fotografico.. Gracias..
Adan Leonel GonzalezRamello / IP: 190.224.94.162 - 10/01/09 19:57:08
Que grande Horacio!
/ Es un historia fantastica y agradezco la invitación a esta sección.
/ Un Abrazo
Fernando Sturzenegger / IP: 190.224.156.111 - 10/01/09 15:57:59
Bueno..me dejaste sin palabras!!..a ver..pasé por distintos estados de ánimo, me reí muchísimo, me pareció entrañable, límpida y muy tierna la historia. Pero lo que más me gustó fué tu aclaración en los comentarios, cuando decís que es ficción.
/ Eso me llegó al alma. Una maravilla Horacio. Gracias por enviarme hasta aquí.
/ Ahora un dato:
/ La capilla de Tandil a la que te referís es la `Santa Gema`.
/ Te mando un abrazo de oso!!
Carmen / web / IP: 201.254.77.246 - 12/12/08 01:35:29
Gracias José Luis! que suerte que te gustó tambièn este rincón de FotoRevista. Seguimos en contacto.
Horacio Iannella / IP: 200.122.46.134 - 09/12/08 20:02:37
Horacio, la historia me gusto muchisimo, no podia entender algunas cosas has que llego el final, ademas mientras leia me invadia un envidia `sana` si se quiere, por tu memoria, no podia entender como podias recordar todos esos detalles despues de tanto tiempo. Ademas de excelente fotografo sus muy buen escritor, y maestro ya que ahora se la importancia de una buena previsualizaciòn , gracias por invitarme a esta seccion, saludos y seguiremos en contacto
Jose Luis Tuttolomondo / IP: 201.253.191.43 - 07/11/08 21:38:57
Gracias Ricardo... gracias Dora... gracias a `todos` por compartir este rincón en Fotorevista que estamos haciendo entre `todos`. // Horacio Iannella
IP: 200.122.46.79 - 07/11/08 03:30:51
Horacio mis mas sinceras Felicitaciones!!
/ Es incre´ble el cambio de estados de ánimo que me provocó leer tu cuento, y lo que me hizo reír! Buenísimoooooooooooooooooo // dora Petsavas
IP: 186.12.75.121 - 03/11/08 17:57:29
Qué buena historia Horacio!! Excelentemente contada. Me reí mucho! Felicitaciones!! Sabiendo ahora que es ficción, aunque toda ficción se basa en la realidad, podría encuadrarse el relato en una nueva disciplina literaria: el relato fotográfico, ya que no sólo es muy visual como dice Beatriz, sino que contiene una gran lección sobre un tema fundamental,...la importancia del encuadre!!
/ Felicitaciones nuevamente. // Ricardo Palmadessa
IP: 190.17.83.6 - 31/10/08 03:41:24
Quiero agradecer de todo corazón a quienes se tomaron el tiempo de leer y comentar este cuento.
/ ACLARACION: `La foto` es un cuento y por lo tanto es ficción. Lamento defraudar a quienes me imaginaron volviendo a ver al cura (perdón Elisabet!) Quise aclarar esto sobretodo porque el cuento empieza conmigo dando una clase (nunca di una clase! no me animo...) Tambien dice que visualicé a una chica en minifalda (nunca... bueno... alguna que otra vez...)
/ Menciono también fotos premiadas en Alemania y otra foto tomada en Perú... (repito chicos... es ficción, nunca envié fotos a Europa y nunca estuve en Perú) Gracias a los que creyeron que era una historia real porque significa que fue creible.
/ Espero no defraudarlos pero me pareció que tenía que hacer estas aclaraciones. De todas formas la escribí con el mismo amor con que sacó fotos y con que comparto los comentarios que cruzamos en esta página. Saludos a todos y a cada uno de ustedes de todo corazón. // Horacio Iannella
IP: 200.122.46.207 - 29/10/08 22:54:44
Me encantó tu anécdota y sinceramente me parece bárbaro estar descubriendo dentro de este sitio gente tan agradable para conocer! Me hace muy feliz leerlos, observarlos y disfrutarlos . GRACIAS a todos .! // Maggie Atienza
web / IP: 190.225.106.224 - 27/10/08 13:23:21
Aún me estoy riendo!! Este es el peligro de tirar una foto a ciegas: PUEDES ENCONTRAR LO INESPERADO, BUENO O MALO!!! :-)))
/ Juan me ha invitado a leer tu cuento.... o no cuento?
/ Muy bueno, Horacio. Los recuerdos de la epoca de la escuela son siempre muy especiales, acaben como acaben. Mis sinceras felicitaciones por el texto. Un gran abrazo, y gracias por compartir esos momentos con nosotros. // josep lluís perpinyà
IP: 193.145.41.58 - 27/10/08 13:18:22
Horacio: gracias por haberme invitado a esta sección. Está bárbara! Realmente es muy linda la historia que contás ya que tiene un poco de todo, en tu relato se confunden el pasado y el presente, la alegría y la angustia, el enojo y la emoción... Juro que casi pude ver todo lo que contaste y hasta me pareció conocer al Padre Aristóbulo. Espero poder seguir leyendo tan buenas anécdotas... // María Gervasio
web / IP: 200.61.21.242 - 26/10/08 22:25:06
No podía ser menos: es muy visual tu relato. Muy bien contado. Es un cuento. Te felicito. Saludos // Beatriz Vidal
IP: 190.225.47.145 - 23/10/08 19:14:13
Hola Horacio, llegué por una invitación de Juan Mauro yo también, y sinceramente te felicito por tu historia. Muy bien narrada!
/ Un saludo grande // Maria Laura Vacas Vignolo
web / IP: 190.55.3.159 - 23/10/08 12:53:53
Hola Horacio, llegue hasta aca, porque Juan Mauro me invito a leerte...Y me alegro mucho que lo haya hecho!!. Otra historia llena de recuerdos de adolescencia, de Tandil ( voy todos los finde), colegio religioso ( yo tambien he ido), y luego la madurez de la vida y del hombre, de poder reencontrarse con ese hombre que, si bien hizo que te saquen de tu colegio y alejen de tus amigos ( tambien me paso), también indirectamente ese cambio y esa desicion de él, hicieron que quizás hoy seas los que sos...un hombre, un fotografo... Ya que en la vida, todo pasa por algo...
/ Me alegra que tiempo despues esa catequista ( mi vieja también lo es) te haya mostrado `otra` Iglesia...yo en el año 2000 estuve 5 meses caminando por el norte, con una peregrinacion que se hizo a PIE desde Mexico hasta Argentina, con sacerdotes tercermundias ( amigos de los pobres).
/ Te mando un abrazo grande, y gracias por compartir esta historia, que también la hago mia. // Sebastián Japas
IP: 201.212.119.73 - 22/10/08 21:14:03
Realmente es una anécdota digna de ser contada y lo hiciste muy bien. Un interesante suspenso que terminó haciéndome reir con ganas. Lástima lo que te costó en ese momento.
/ Puedo comprobar que además de buenos fotógrafos aquí hay grandes escritores. No sé si me podrán contar en esa. Saludos. // Susana Montironi
IP: 201.231.132.56 - 22/10/08 00:56:51
Ya tarde para uds, 00,14Hs para mí. Termine de leer tú anecdota; fue tan fuerte y emocionante mi risa que deperté con ella a Lilian (Quien t manda nuchos saludos a vos y flia.)pregunandomé que pasaba......Es Ianella le dije ...despues vino el por que y demás...lo de la risa es obvio y la emoción es que con esto uno se retrotrae en el tiempo y vienen viejos recuerdos de amigos y demas ...pero eso es otra historia; la tuya querido Horacio esta muy bien narrada y como dice Juan Mauro le haces vivir como propia; yo vere en algun momento de contar la mia .Gracias por la invitación. Un gran abrazo desde este mi querido Neuquen // Jorge A. Cáceres
IP: 190.49.9.176 - 21/10/08 21:25:09
(Me atrevo a llamarte, así lo siento...) Querido Horacio: Cómo agradecerte en pocas palabras esta invitación que ha sido un regalo precioso! Ya te ha bautizado El Gran Ianella... ahora lo reconfirmo más que nunca! No sólo hay sensibilidad sino una buena persona, tan buena que pudo reencontrarse con quien lo expulsó en los dorados años y le torció quizás el camino... o quizás no... Tu relato tiene la frescura de quien revive cada momento. En fin, me encantó!!! Felicitaciones, además de ser un gran fotógrafo sos un muy buen cuentista!!! Un gran abrazo, besos, // Elisabet Ferrari
IP: 190.188.241.31 - 21/10/08 19:21:16
me encantó. es la segunda vez que la leo y me decidí, felicitarle,por lo gratamente redactado. ja ja ja. muy bueno . // beatrizdi marzio
IP: 201.255.106.82 - 21/10/08 00:05:29
Gran Horacio!: tu `querida` Stella me encantó! y rspondo con este GRAN Horacio luego de leerte!, sorprendida de tu narración, yo que pensaba que eras un desordenado y talentoso fotografo, que a pena ponia títulos jajaj! Sorpendida!! Exelente Gracias por contarme de esta seccion, por mostrarme este autoretrato de tu vida. Me has hecho reir con ese final tan anhelado!!! Gracias por hacerme reir!!! he disfrutado muchisimo, GRACIAS!! // Ste
IP: 190.50.193.52 - 20/10/08 20:53:06
Con toda sinceridad, querido Horacio, debo agradecerte que me invitaras a ver esta sección.
/ Estoy muy gratamente sorprendio de tu capacidad de narración, es fluída y muy clara, me hiciste vivir los momentos que vos viviste, casi con la misma intensidad.
/ Tiene un inicio muy gracioso y quizás fuera del contexto que después toma el cuento, el nudo se torna cada vez mas interesante y el final es excelente, me reí Mucho!!
/ La expulsión me recalentó demasiado, los maestros y menos los curas, que pregonan el perdón casi sin límites, te aplicaban la mayor sanción, por que?? : por entrar al cuarto y `robar` la cámara o x que tres buenos amigos hipnotizados por las bondades de un aparato único, pretendieran registrar esa linda amistad para siempre??
/ Pero, claro, NO habían registrado tres dulces e inocentes rostros, sinó tres blancos y lampiños culitos!!!!
/ Genial y muy buen cuento real Horacio, Me emocioné y reí con ganas. Te mando un sincero Abrazo, Gracias por invitarme!!!! // Juan Mauro Blanco
IP: 201.255.168.204
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Fecha: 30/11/24por Víctor López Zumelzu
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