El siglo XX se destacó por ser un centenio con muchos logros científicos, algunos descubrimientos astronómicos muy importantes, dos guerras mundiales (...que jamás anhelamos) y la consagración de algunos artistas que, como Pablo Picasso (en lo pictórico) y Man Ray (en lo fotográfico), enriquecieron con su aporte genial el arte de esos 10 decenios de dinamismo en la humanidad.
En ésta oportunidad nos referiremos a este último (ya que encierra todo aquello para quienes amamos y laboramos con imágenes), que revolucionó la manera de ver una simple postal a una foto llena de atracción misteriosa y surrealista. La Rayografía.
Tal vez muchos de nosotros que trabajamos con el fascinante mundo de la fotografía, no sepamos a ciencia cierta quien fue, Emanuel Rudinsky (su nombre real); pero si nos hablan de Man Ray, inmediatamente visualizaríamos obras como: El Violin de Ingres, Lágrimas, La Oración, entre muchas, que este talentoso y fuera de serie fotógrafo Norteamericano nos legó.
Man Ray, nació en Filadelfia (Pennsylvania, EE.UU.), un 27 de agosto de 1890. Sus padres eran Judío-rusos que emigraron a América a finales del siglo XIX. En 1897 la familia se trasladó hasta Nueva York, donde el inquieto chiquillo ingresa a la escuela primaria y posteriormente a la High School en Brooklyn.
Luego de una dilatada trayectoria, en las primeras dos décadas del siglo XX; Man Ray se relaciona con otros renombrados artístas de la época, como: Marcel Duchamp, Jean Cocteau y el mecenas, por antonomasia, de la fotografía de todos los tiempos. Alfred Stieglitz.
Su visita a Paris, en 1921, le ofrece nuevas perspectivas con otros colegas artístas inmersos en innovaciones y es allí donde comienza a experimentar con la rayografía, cuyos resultados consisten en impresiones de objetos sobre papel fotosensible. Aparentemente era una obra casual que se creaba a sí misma. Era una imagen de la inversión y el extrañamiento, concepto que respondía de una manera ideal a la ideología surrealista. Así, entre las primeras publicaciones de ese nuevo procedimiento fotográfico estaba una carpeta con doce rayo-gramas de Man Ray que acompañaban el texto de Tristán Izara. "Les Champs Délideux" (Campos Deliciosos).
Contrario a este invento de la rayografía, el efecto de extrañamiento de otras fotografías del artista, tenía su origen en el juego recíproco entre la imagen y el título. Ejemplo: "El Enigma de Isidore Ducasse", que es la fotografía de un objeto envuelto y atado, mientras que el título de "El Violín de Ingres" (Le violin d´Ingres), hace referencia a las dos aberturas que Man Ray dibujó en la toma de un desnudo femenino de espaldas. El aludido fotógrafo da a las formas redondas de la joven modelo, el sentido del cuerpo sonoro de un instrumento, alumbrando al mismo tiempo toda una cadena de asociaciones condicionada, y no en último término, precisamente, por el título de la obra.
Todo esto reune el talento inagotable de un artista ingenioso y revolucionario. Man Ray.