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Recuerdos del Barrio Pobre: El Partido de Fútbol

Publicado: 29-04-2014
1444 visitas

Por: Teresa Ternavasio

Córdoba - Republica Argentina
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Del relato “Recuerdos del Barrio Pobre”

El partido de Fútbol

           En la precaria cancha   del barrio pobre, los chicos del bajo Pueyrredón,  se aprestaban a enfrentar en un partido de fútbol, a los chicos del  alto.
No podíamos  competir con la vestimenta porque cada uno de nosotros jugaba con la única camiseta que tenía, mientras que el bando  contrario, uniformó al equipo con una remera  azul y blanca.
      ---No importa chicos, no solo les vamos a ganar, sino que les  daremos clases en el manejo de la pelota.  ----dijo don Arturo, el árbitro,  con el entusiasmo  que le salía por los poros.
      ---¡Siiiiiiii!  ---Gritamos al unísono todos los jugadores e hinchas de “Los grandes del Bajo”.
      ---¿Podré jugar?  ---se escuchó de pronto desde un rincón  de la sede (una pieza en construcción, propiedad de los Broda).
La respuesta fue unánime, fría, clara, desnuda.
       ---¡Nooooo flaco. Con vós seguro que perdemos. Te falta fuerza y kilos, jaja,..será cuando engordés.
Los niños suelen ser crueles, le escuché decir una vez a mi abuela y creo que aquello, fue una crueldad.
Se quedó calladito, con su cara delgada y descolorida, mirándonos desde el suelo, donde yacía en cuclillas,  apoyado en la pared.
       ---La próxima pibe, la próxima, te lo prometo…---le dijo Don Arturo---  Vi pena en sus ojos. Creí adivinar que hubiera hecho cualquier cosa para revertir la situación.
          El domingo siguiente, los vecinos se agolparon alrededor del predio. Hasta había algunos coches de la gente del alto.
Pero la suerte estaba echada y fuimos nosotros los que  ganamos, ¡y por goleada!, ¡tres a cero!
Se fueron callados, como perros con la cola entre las patas.
Todos  a celebrar. Los vecinos hicieron “la polla” y festejamos, con un sandwichs y un vaso de coca.
          Aunque ninguno tenía más de doce años, el triunfo no nos cabía en el pecho y por muchos días el partido fue el único tema de conversación.
           Un día, reunidos en la esquina de siempre, alguien preguntó:
      ---Muchachos ¿Y el flaquito? ---nadie lo había visto para nada----   ¿Y si vamos a la casa?...a lo mejor se murió, jaja.
      ---Callate ché, con la muerte no se juega.
      ---Es una broma.
Nos abrió  el portón su mamacita. La gringa del kiosco.
      ---Venimos a ver a Uriel ¿Le pasa algo?
      ---Está enfermo  ---contestó, con palabras que apenas le dibujaban la boca.
Uno tras otro avanzamos por la entrada de tierra, como si recién tomáramos conciencia de la situación: Uriel estaba enfermo.
Desde la cama, nos miró sorprendido y con alegría a la vez.
       ---Qué suerte que se acordaron de mí muchachos.
       ---¡Pero flaco, como te vas a perder el partido. ¡Ganamos tres a cero!  Tendrías que haberlos visto ¡Los matamos!.
Y la conversación avanzó. Hablamos de futbol, de chicas, de besos. Sus mejillas que parecían leche cuajada, de pronto tomaron  color. Se rió mucho con las ocurrencias del negro Carranza. La señora nos  invitó con un vaso de jugo y nos sentimos muy bien.
      ---Volveremos flaco.  ---sonrió
          Regresamos todos los días. La cita era a las siete de la tarde en la esquina y luego toda la barra a visitarlo. Nos divertíamos  juntos.
          Un día, cuando el vierto y las hojas de los árboles amarillentas acusaban que el verano se fue. Cuando a las siete, el cielo tendía  su   poncho   oscuro sobre  el barrio, estábamos frente al portón de lata. Un chillido largo y dolido siguió al saludo  apenas esbozado de la mamma (como él la llamaba).
Allí estaba, sobre la cama pobre. Más delgado y pálido que nunca.
      ---Hola  ---dijimos todos a la vez.
Nos echó una mirada larga,  uno por uno, con un mensaje de mil palabras que no necesitaron del sonido y cuando terminó, cerró los ojos.
Nos había dejado.
      ---¿Por qué se murió?   ----Pregunté a mi padre.
      ---Porque el  cáncer no perdona y esto es así, cuando te toca, te toca.
          Al día siguiente la barra estaba con él, rodeando esa caja blanca, con la cara de la luna por la ventana,  sin poder entender por qué se muere un chico de ocho años.
          Las calles de tierra nos vieron pasar, arrastrando una tristeza que no nos cabía en el alma. Mucho más pesada que la liviana carga de un cuerpo   vencido por la enfermedad. Toda la escuelo siguió la huella de un coche fúnebre que surcaba lento, hacia su último amarre.

Teresa Ternavasio

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siendo su autor el único responsable de la misma.
  

Comentarios (5)

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Beatriz Di Marzio
ResponderBeatriz Di Marzio30/06/14  13:55:23
la foto muy buena tambien,con ese movimiento de la pelota.saludos
Sol Suave Beatriz Di Marzio
 
 
Beatriz Di Marzio
ResponderBeatriz Di Marzio30/06/14  13:54:09
hola tere:es bello y emocionante.tenemos tiempos que cumplir en esta vida.a veces triste,otras no tanto. tambien tiene mensajes.gracias por decirnos que la realidad no solo esta en los cuentos sino en la vida misma.muy bueno.
Sol Suave Beatriz Di Marzio
 
Teresa Ternavasio
Teresa Ternavasio07/07/14  17:12:22
¡¡qué alegría Beatriz hayas tomado tu tiempo para leer el cuento y efectuar un comentario!!. En primer lugar porque por razones valederas hace un tiempito que no publico. Luego porque te detienes a analizar los escritos y eso me gusta, no porque tengas que decir que están buenos sino por tus conclusiones. Pronto me volveré a poner en carrera, tanto con los cuentos como con las fotos. Mientras tanto me apresuro a decirte que estoy agradecida por tu atención y que valoro mucho tu actitud - Te mando un gran abrazo.
Sol Suave Teresa Ternavasio
 
 
 
Maria Isabel Hempe
ResponderMaria Isabel Hempe08/05/14  21:04:17
Querida Teresa, tu relato me tocó profundamente..., la vida no siempre es justa y hay cosas inexplicables!! Te felicito por este cuento amiga y espero con ansias el próximo!! Besos
Sol Suave Maria Isabel Hempe
 
Teresa Ternavasio
Teresa Ternavasio12/05/14  08:48:24
Querida amiga María Isabel - nuevamente tengo que decirte MUCHAS GRACIAS por ser tan amable con mis publicaciones. Aprovecho para contarte que estoy entrando poco al foro porque a la única hora que puedo hacerlo es a las doce de la noche y luego quedarme como hasta la una y media y realmente no estoy para manejarme a esos horarios, estoy cansada y tengo mucho sueño, pero algún día volveré. Tengo otro cuento para publicar, de manera que tal vez lo haga pronto. te mando un beso.
Sol Suave Teresa Ternavasio
 
 
 
Teresa Ternavasio
ResponderTeresa Ternavasio07/05/14  12:02:17
¡Qué alegría me das Carlos con tu comentario. Es el anhelo de todo escritor: ser leído!! Me encanta que asocies los viejos valores (que en definitiva son los mismos) con los actuales, pero hasta el sentimiento cambia. Gracias amigo y un gran abrazo.
Sol Suave Teresa Ternavasio
 
 
Carlos Costamagna
ResponderCarlos Costamagna05/05/14  23:49:14
¡Muy bueno, Teresa! Triste, pero hermoso. Quizás (o será que yo quiero verlo así) con enorme actualidad porque nos muestra el enorme cambio negativo experimentado en los valores morales y, como consecuencia, el incremento de inseguridad, violencia, muertes, bullying, etc., etc. Te felicito. Una breve belleza.
Sol Suave Carlos Costamagna
 
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