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SOLEDAD (Cuento)

Publicado: 27-06-2013
899 visitas

Por: Teresa Ternavasio

Córdoba - Republica Argentina
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Soledad

 

 

 Abrió la puerta y entró a la casa tratando de hacer el menor ruido posible. Al pasar frente a un  espejo, 

se topó con la mirada del reflejo. Pensó: A vós tampoco te conozco.

Su sistema nervioso zarandeó su cuerpo cuando  asumió que estaba solo. ¿Cómo podía sorprenderse de algo que tenía tan   incorporado en su vida?

Pasó derecho a la pequeña oficina. Se sentó frente a la vieja máquina de escribir. Tomó una hoja y la insertó en el carro que se quejó al deslizarla. Encendió un cigarrillo y tiró el cuerpo hacia el respaldo de la silla. Los pensamientos, son los hechos diluidos en la mente,   que en la noche  te acompañan, haciéndote notar la soledad  se dijo. 

           Cuando conoció a esa mujer que duerme en su cama, se casó con ella, creyendo que era la última y definitiva estación, del  recorrido de una vida difícil, con amores alquilados. Fue extranjero hasta para  lo básico de cualquier ser que respire. Creció imitando las acciones de gente que entrega y recibe, sorprendido de tener siempre las manos vacías. A veces pensaba que nació sin entender la vida y habiendo tenido los mejores maestros en la calle, siguió sin comprenderla.  Por eso creyó en el amor, sin estar seguro de sentirlo.

          Acomodó el cuerpo entre las sábanas, boca arriba.  Ella se volvió  somnolienta hacia él y emitió un sonido pastoso. Le apoyó una mano en el pecho.

Si lo que tenía  era amor, en realidad no tenía nada. Y si no tenía nada por qué la crueldad de sentir que lo había encontrado a esta altura de la existencia, cuando ya había formado una familia. El peso de la mano sobre el pecho, le oprimía el corazón, entonces la quitó muy despacio.

 

          Eran las siete de la tarde, según el reloj de la torre. Entró en  la cafetería, tomo el lugar acostumbrado  

-al fondo-   y sacó de su bolsillo, uno de sus apuntes. Lo desplegó sobre la mesa sin mantel. Llevaba suficiente material para reflexionar y escribir.

Alguien se acercó. Una cartera roja y una mano pequeña, fue lo primera que vio. Entonces levantó  la cabeza hasta encontrarse con los ojos más azules que jamás había visto.  Una descarga eléctrica entró por su cabeza y le recorrió el cuerpo.  La  hermosa chica, despegó los labios con sensualidad y preguntó

      ---¿Me puedo sentar con vós 

      ---Si   ---le contestó---    Todavía no ordené ¿Te pido un café?

      ---Si

Luego de una previa, ella comenzó a hablar. 

Él endulzó el café  -que mareó con la cuchara-   varias veces. Seguramente ya  estaba frío e imbebible.

          Al cabo de un rato, una sucesión de fotogramas pasaron  ante sus ojos.  Las profundas  palabras de la chica,  se mezclaban con el sentir y como la lluvia, le empapaban el alma.  Por alguna extraña razón, esa desconocida le habría la ventana de su existencia, desnudando su espíritu. Por un momento cerró los ojos y la adivinó desde siempre. Tragó saliva.

 Si es verdad que en algún lugar del planeta, está nuestra otra mitad: ¿dónde estaba? ¿por qué tardó más de la cuenta en aparecer?  Arrimó la mano y apretó sus dedos. Una piel demasiado fina  para tantas batallas.  Permaneció  quieta, como si estuviera muy cansada.

      ---Hablame de vós   ---dijo  de pronto.

      ---Estoy muy vacío    ---contestó

      ---Mejor, así encontraré espacio para mí.  ---entonces cayó en la cuenta de que no lo tenía.

      ---¿Querés comer algo?

      ---No

Se miraron mucho tiempo. Fue como un intercambio de rayos invisibles, traspasando el cristalino.

No hubo necesidad de más palabras. Él la tomó del codo y dejaron el lugar.

Era noche ya. Los árboles perdiendo su fronda, delataban la presencia del otoño.

          La habitación, era pequeña.  Apenas si cabía la cama, una silla y una mesa.

      ---Tengo frío   ---dijo la joven  y la envolvió con sus brazos.

Deslizó los cuarenta años en ríos de miel y el tiempo lo encerró en un círculo, hasta hacerlo explotar.  Luego navegó callado en mares de parafina. Las manos de ella eran lirios sobre su cara y su respiración  el idioma de las gaviotas.

 

          Mirando el cielorraso de su dormitorio, junto a la mujer a la que se había unido hace años, seguía sintiendo el olor del amor. 

          Continuó  así  hasta  entrada la madrugada.  Un fuerte dolor al pecho lo sacudió. Quiso asirse a la sábana, cerrando el puño, pero  se sintió inmovilizado. La sangre bullía en su interior como chorros de  líquidos efervescentes.  La incipiente luz se metió en sus pupilas, que se dilataron.

          Al día siguiente, una mujer vencida, despertaba  al lado de un cadáver.

 

Teresa Ternavasio

 

 

 

 

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siendo su autor el único responsable de la misma.
  

Comentarios (3)

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Fernando Valdez Vazquez
ResponderFernando Valdez Vazquez30/06/13  23:13:28
Realmente muy buen cuento Teresa. Felicitaciones, también por el dibujo!
Sol Suave Fernando Valdez Vazquez
 
Teresa Ternavasio
Teresa Ternavasio09/07/13  20:17:58
Hola Fernando - Quiero agradecerte hayas dispuesto de tiempo para leer el cuento. También agradezco hayas decidido comentar porque para nosotros las personas que nos gusta escribir, nos hace feliz saber que lo que hacemos llega- Te cuento que también hago poesías y este año, si Dios quiere voy a publicar un libro de poemas, dedicados a mi hijito muerto (lo estoy preparando). Estos dibujos los hago con la compu, pero me gusta mucho dibujar y pintar y la foto...bueno resumen que no hay tiempo para todo - te mando un gran abrazo amigo y aprovecho para felicitarte (de todo corazón) por tus excepcionales trabajos. Cuando te digo que sós un artista, es porque lo pienso.
Sol Suave Teresa Ternavasio
 
 
 
Teresa Ternavasio
ResponderTeresa Ternavasio29/06/13  17:27:20
es un hombre al que tardíamente le llega el sentimiento a su vida vacía. El destino no es precisamente su aliado, por cuanto en mal momento lo alcanza la muerte.- / Muchísimas gracias María Isabel por dedicar tiempo para leer y además comentar - te mando un gran abrazo como siempre.- / Te cuento que estos dibujos los hago con el mouse.
Sol Suave Teresa Ternavasio
 
 
Maria Isabel Hempe
ResponderMaria Isabel Hempe28/06/13  23:53:57
Teresa, tu cuento me impactó muchísimo... y me hizo reflexionar sobre como yo interpreto la soledad: estar solo o sentirse solo...Son dos cosas diferentes! Muchas veces uno experimenta con alegría y hasta placer el poder hacer diferentes cosas en la vida sin la interferencia de otro.En el caso del protagonista de tu cuento él se siente solo aún teniendo compañia..., siente que no forma parte de ningún proyecto,que ya nada tiene sentido ni aún su propia vida...Gracias amiga por transmitir tanto!! Besos y abrazos!!
Sol Suave Maria Isabel Hempe
 
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