No tengan dudas que la noche de la presentación del libro “Sencillamente Fotos” fue una noche mágica, una noche que quedará en la memoria de todos los participantes, una noche que nos llenó de emociones y de abrazos, de reconocimiento a “Fotorevista” y por supuesto a Guadalupe y Humberto que trabajaron arduamente por esta maravillosa realización que nos toca a todos el poder disfrutar hoy de este logro. A ellos y a todos los responsables y participantes de “Fotorevista” va mi reconocimiento y agradecimiento por tanta cordialidad y amistad.
Por supuesto que era la primera vez que yo pisaba ese lugar, así que desconocía todas aquellas historias del Mesón Español que muy emocionadamente relatara Pablo Barenboim en su excelente nota. Cuanta nostalgia encuentro en sus palabras y cuanto de magia se respiraba allí… Si, digo bien, digo magia porque esa noche guardaba, para mí, una sorpresa maravillosa. Esta sucedió entre fotos y amigos, entre champán y anécdotas que quedarán por siempre en mi memoria emocional.
Así como quien no quiere la cosa, así de repente entre las fotos que lucían en la pared y acompañado de mi hijo Sebastián, rodeado de gente que de a poco se convertían en amigos, rodeado de alegría que se fundaba a cada instante por la maravillosa muestra fotográfica, también hubo para mí una sorpresa enorme, inimaginable, que me llenó el corazón de alegría, más alegrías de la que ya estaba viviendo…
Entre las fotos y los spot una persona se me acercó y me preguntó si yo era de 9 de Julio y lógicamente respondí que si. Al hacerlo su voz dijo: "¡mi madre te está buscando!.." Lo miré sin comprender en ese primer momento de que se trataba, pero al próximo instante sorprendido y emocionado quedé al saber quién era esta mujer que ansiosamente me buscaba entre la concurrencia y que en unos segundos más, así de repente, ella estaba frente a mí… Tremenda emoción fue verla con sus brazos abiertos. Hablo de mi “maestra de cuarto 4º“ sí, mi señorita de cuarto grado, casi desmayo por la emoción y entre palabras entrecortadas, abrazos y besos, el corazón se me salía del pecho. Verla ahí delante de mí después de tantos años fue mágico... Muchos años habían pasado, y ahí estábamos ella y yo, como cuando lucíamos el guardapolvo blanco en el aula de la escuela Normal, edificio que hoy ya no existe. No me animo a decir cuántos años pasaron, pero, volver a verla radiante delante de mí, fue conmovedor... Recordamos historias, de cuando yo era un niño de 10 años, recordamos el barrio de la calle San Luís y Córdoba donde yo nací y donde ellos vivían hace 45 años, recordamos a mis padres y también a vecinos de aquellas épocas que ya no están...
Como poder ocultar semejante emoción, como no decirlo a los cuatro vientos que esa noche fue mágica para mi, si hasta me sentí un niño en esos momentos acompañado con los recuerdos del pasado que cobraron vida en un instante. Cómo no estar enormemente agradecido a la familia Merlo, que con sus afectos me rodearon y aceleraron mi corazón, celebrando juntos un emotivo encuentro… Agradecido a Raúl Merlo, que en su búsqueda me encontró; agradecido a su mamá, quien aún es mi maestra de 4º grado; agradecido por buscar entre la concurrencia a un alumno que se le había extraviado por la vida y que lo encontró en una noche inolvidable donde los Merlo y los Di Siervi pudimos reencontrarnos y disfrutar esos instantes maravillosos… El estar juntos y compartir las páginas en el libro Sencillamente Fotos, celebrar el encuentro y recordar cuando vivíamos en el mismo barrio hace algo más de 40 años, llenó mi corazón.
Cómo no creer que la noche fue mágica Fotorevista, si a vos te debo todas estas emociones. Como no decir que allí en ese Mesón Español quedó mi corazón palpitando junto al de todos ustedes, y como no decirle a mi querida señorita de 4º que a usted le entregué el beso más grande de esa noche y mi eterno agradecimiento por haberme enseñado las primeras letras con las que hoy me expreso…
Dios me permita en el futuro, tener noches y encuentros mágicos como éste…
Cordialmente, Roberto Di Siervi…