Foto Obscena de la semana 15 de 2009
"solo un paisaje" de:
Ciudad de Buenos Aires, , Argentina
Se estima que los bonos argentinos seguirían subiendo y los próximos vencimientos nos llevarían a un defaul uniendo esta información a la caída del gobierno de Islandia por los cacerolazos, y la caída de De la Rua, los acuerdos entre la UOM y las empresas metalúrgicas fueron solo un acuerdo de cúpula (Antonio Calo, Naldo Brunelli y empresarios), en la provincia se discute a nivel del INTI si la sequía y las quemas de campos son una emergencia o un desastre, no existe manifestación ni de los sectores agrarios e industriales acorde con el desastre que se avecina, sobrevuela el esquema Cavallo, Moreno manda granos para paliar la sequía, la policía bonaerense (¿?) se dedica a los secuestros, los delincuentes plantan al secuestrado, el gobierno de la ciudad paga menos (nos equivocamos) a los maestros y debe reconocerlo, se asfaltan la calles y se olvidan de las cloacas, se prohíbe la emanación toxica del cigarrillo pero no de Gas Oil, los herederos de los 14 millones de personas transformadas al vasallaje (década del 90) ante la indiferencia del entramado social se han convertido en un paisaje, las rejas ya no dan abasto para prevenir siquiera el raterismo en los predios privados cuidados por policía privada, el lavado de dinero esta a la orden del día sin ningún control, los chicos se nos van con el paco o con las sintéticas según la franja social a la que pertenece, el gobierno de la ciudad regala agua para que no se les queden, ha ingresado la mafia pesada de la droga (sintéticos), una de las peores mafias lava dinero en Puerto Madero. Y los seres humanos (deshumanizados) solo son un paisaje ante la indiferencia suicida del entramado social que esta ocupado en las transferencias ilegales de fondos a Uruguay o a las islas Caimán. La solución para los chicos chorros paulatinamente se transforma en hacerlos boletas ante la presión del entramados social. Los cartoneros son trabajadores y cada vez queda menos ganas de gritar ante tanta sordera. José María Domínguez