Guardianes del Ballenato: entre historias y leyendas
Los hermanos Ramón Lorenzo Pascual Pérez y Emilio Pujol Pérez después de pernotar durante más de 60 años por cayos, cayuelos, islotes y riveras volvieron a juntarse en una de las tres islistas de la bahía de Nuevitas. El mayor, con casi 80 años de edad, llegó atraído por la naturaleza.
Lázaro Roque, capitán y Yosvani Blanco, maquinista del Sabinal I, emprenden el recorrido hasta donde están los dos amistosos trabajadores de Flora y Fauna. Ballenato pequeño, la primera de las tres islitas, se encuentra a menos de cuatro millas del viejo embarcadero de Nuevitas.
Las aguas de la hermosa bahía están apacibles. El sol saliente ilumina el paisaje. A la derecha, rumbo al este, se avistan Punta del Guincho y Punta Gorda. Al suroeste custodian la hermosa bahía, la segunda de bolsa más grande de Cuba, los Tres Ballenatos.
Ramón y Emilio echaron anclas en Ballenato del medio, un sitio que la naturaleza dotó de un ecosistema excepcional (sin intervención del hombre), donde conviven en armonía disímiles especies de la flora y la fauna en un bosque siempre verde sobre calcio.
Sus descendientes vinieron de Islas Canarias y levantaron casa en Santa María del Puerto del Príncipe erigida en la misma entrada de la bahía.
Ramón Lorenzo, el mayor, se ha dedicado empíricamente a estudiar la flora y la fauna de la islita, que caracteriza por sus pendientes abruptas, mientras que su hermano Emilio Pujol, lo apoya en todas las faenas. A Emilio le fascina estar correteando detrás de las iguanas-
—Ellas se dejan tocar por mí —le dice a Lauris Marín, la muchacha nuevitera que trabaja en la emisora local.
Le echa una frutilla amarilla que el reptil devora.
—Una iguana de color blanco se ha encariñado conmigo —indica Emilio, en un tono afable y bondadoso.
Le preguntan la edad y no responde.
—Emilio va a cumplir 65 años de edad. Así aparece en su carné de identidad —aclara Lázaro Roque, el capital de la lancha Sabinal I.
Emilio es de estatura pequeña, mientras que Ramón es más espigado. Ambos permanecen en la islita 15 días sin ir a tierra firme.
La historia de los dos hermanos es muy distinta a la del cura que antes del triunfo de la revolución se aisló en Ballenato el grande y que iba solo a Punta Gorda a abastecerse.
Tanto Ramón como Emilio tienen una vida social activa en Nuevitas.
Es real y no leyenda que las iguanas acompañan a los visitantes durante los 500 metros del recorrido a través del sendero natural que los lleva a un mirador en este de Ballenato del medio.
Una iguana exige alimento encrespándose amenazadoramente en el medio del sendero.
—Es una manera propia de exigir alimentos a quienes invaden su habitad. Pero de ahí no pasa, porque no es una especie agresiva —advierte Emilio.
Una gallina ataca a picotazo a dos iguanas que ni siquiera se defienden, pero tampoco se atemorizan.
Las islitas suscitan leyendas e historias.
—Se han encontrado cadenas y restos de barco detrás del Ballenato del medio que deben pertenecer a un buque hundido —se afirma.
—Dicen que la hundió uno de sus marineros dándose luego a la fuga sin conocerse nunca sus intenciones —aseguran también.
—Lo hizo por orden de su capitán pues se iban a establecer en el islote y querían evitar que los piratas pudieran adentrarse en la costa y saquearlos —testimonian otros.
Esta historia puede estar relacionada con otra muy contada por pescadores acerca de una goleta fantasma que siempre aparece por esa zona, lo mismo de día o de noche y desaparece al menor descuido.
—Estábamos pescando y vi una embarcación bien grande. Estaba un poco lejos y me llamó la atención que iba muy rápido y que estaba en la misma dirección de nosotros y no la habíamos visto antes, cuando me voltee para enseñársela a mi compañero despareció.
Cuenta que su compañero se puso muy nervioso y quiso irse porque ya había oído historias de esa goleta y de algunos que temían fondear cerca del Ballenato porque les lanzaban piedras a los barcos sin que se viera quién o de dónde.
Los hermanos Ramón Lorenzo Pascual Pérez y Emilio Pujol Pérez, entre historias y leyendas, cuidan la rica flora y fauna de Ballenato del medio, rodeados de más de un centenar de iguanas que conviven en el pequeño islote.