Serie del Día elegida por FotoRevistaEnviada el 09/01/22 a las 13:36:53 - Obra N° SSER220109133653
"Cementerio de Reina: tesoro del arte estatuario"
La construcción de la necrópolis de la barriada de Reina, en la sureña ciudad de Cienfuegos, de marcada filiación neoclásica, se remonta al año 1836 durante el mando del Señor Coronel Don Narciso Arascot, y terminado en el gobierno de Tolrá, el 21 de junio de 1839, por el Padre Antonio Loreto Sánchez y Romero, primer cura de almas de la Perla del Sur.
Las lápidas de los nichos del cementerio de Reina son verdaderos tesoros del arte estatuario en bajo relieve, testimonios históricos de los años precedentes.
En fin cada una de las piezas de esa maravilla de la arquitectura tiene un gran valor histórico y artístico, especialmente las esculturas de mármol, las imponentes rejas de hierro de los exteriores del camposanto que demuestran el alto nivel creativo de los artesanos que las diseñaron hace más de 150 años.
La obra la conforman entre muchas otras piezas, la capilla edificada por Nicolás Jacinto Acea en 1860 y reedificada en 1886 por su sobrino Nicolás Salvador Acea. Las labores continuaron en 1904. Presenta 4 columnas, techo de azotea con cornisa, el frontón de cornisa ligeramente…
En el año 1943 es colocada una tarja en el extremo izquierdo de la fachada del Cementerio a la memoria de los patriotas fusilados en Cienfuegos en las Guerras Libertadoras, especialmente en la del 1868.
En el sitio está sepultado también, Don Agustín de Santa Cruz, quien donó las primeras tierras donde se asentó la ciudad.
La lápida muestra la fecha de 1841. La belleza y ostentación de todo ese conjunto arquitectónico realizado en bajorrelieve solo tiene una razón: la competencia entre las personas adineradas para erigir un sitio sobresaliente en su última morada, mientras que los nichos estaban destinados a aquellas familias que no tenían recursos y que resultaban más baratos que la costosa construcción de un panteón.
En la tierra eran cavadas las tumbas en las que se depositaban los difuntos cuyas familias no contaban con los recursos, para alquilar un nicho.
Pocos estamos exentos de recibir una sensación de recelo al internarnos en un cementerio , sin embargo esa no fue la reacción que suscité cuando visité el cementerio.
No obstante nos fue difícil evitar cierto abatimiento en el instante en que Miguel Aragón, vecino de la comarca, me condujo al panteón de La Bella Durmiente, erigido a la joven María Josefa Álvarez Miró, fallecida el 16 de julio de 1907, a la edad de 24 años, en la flor de su vida.
La madre de la joven encargó a un artesano (se dice que está hecha por un escultor italiano), que en honor a su hija erigiera la figura de una doncella, no muerta sino envuelta en un eterno sueño.
La imagen precisamente representa una bella joven dulcemente dormida, recostada a una cruz, con un ramo de amapolas en su mano derecha, como símbolo de la vida, que descansa en su regazo, mientras con su mano derecha aplasta suavemente una serpiente, como alusión a la muerte.
Muy semejante a la Bella Durmiente cienfueguera se esculpió otra escultura en el cementerio de Staglieno, en Génova , Italia, mientras que el autor de la doncella de la ínsula caribeña es anónimo, aunque algunos dicen que fue tallada por el mismo autor, Santo Saccomanno (1833-1914).
El fallecimiento de la muchacha está ceñido en un misterio. La imagen de la Bella Durmiente esculpida en mármol blanco no es la única que deja absorto al visitante. Todo aquel conjunto arquitectónico fúnebre es digno de reconocer.
El cementerio en su totalidad es una muestra de los valores artísticos que le impregnaron los artesanos estatuarios de Cienfuegos, aunque no todos poseen los mismos atributos.
Aquellos creadores, oriundos de la propia comarca, modelaron con gran belleza los materiales: pizarra, hierro fundido y mármol para lograr una obra funeraria de alta calidad.
Es copia del camposanto Espada, construido alrededor de 1805 en La Habana y del que se conservan muy pocos vestigios. El patio interior está flanqueado por paredes con tres hileras de nichos cada una. El modo de enterramiento responde a la época colonial cubana del siglo XIX.
Los monumentos se distinguen por su acabado a tal magnitud que los especialistas plantean que están entre los más sobresalientes del mundo junto con los cementerios italianos de su tipo.
El Cementerio de Reina fue declarado Monumento Nacional el 30 de enero de 1990 por la Comisión Nacional de Monumentos. La forma de enterramiento en paredes de nichos es la única que se conserva en Cuba de la época colonial, tras suprimirse los enterramientos en los templos.
Lamentablemente como consecuencia del paso del tiempo y la falta de mantenimiento los panteones y nichos de ese tesoro arquitectónico están afectados seriamente y en peligro de desaparecer.