Tema: Varios - Enviada el 03/04/11 a las 19:55:43 - Foto N° 110403195543
"Antigua y hermética"
La vieja y roída reja, guarda herméticamente la historia de quiénes la transpusieron, sus intrigantes aconteceres e inesperada cronología.
Algunos viejos pobladores, en tardes de mateadas matizadas con conversaciones interminables, en las cuales, indefectiblemente se hablaba de la vida de vecinos no presentes, vivos o desaparecidos, han contado que en la hoy ruinosa casa, vivió a partir de la década del 20, una familia propietaria de campos en la zona.
La hija de 16 años era esencia y espíritu del hogar, regalo del destino para un matrimonio ya grande. La señora de la casa, se dedicaba a actividades solidarias y sociales. Una criada de mediana edad cuidaba de Alma, había sido su nodriza en la penosa circunstancia de perder a su hijo. La amaba con toda su alma, la conocía y cuidaba como nadie.
Alma la llamaba Yaya, tal vez, porque de pequeña escuchaba que se referían a ella como la chacha (la criada), y ella, dada su corta edad lo expresaba defectuosamente. Correspondía con verdadero amor e intimidad de hija, a su Yaya.
Una siesta de verano, Alma descansaba bajo la sombra del jardín, mientras Yaya terminaba las tareas de la casa. Al galope se presentó un joven, robusto, de piel quemada por el sol. Sus ojos verdes brillaban en su rostro varonil enmarcado por su cabello lacio, largo y atado casi al descuido. Presuroso preguntó por el patrón, pero antes de que Yaya entrara a la casa él detuvo su mirada en Alma. Ella inmóvil, había clavado la suya en él. No hablaron, el tiempo se congeló tanto como el recuerdo de aquella compartida y súbita pasión.
Después de atenderlo, el padre, un hombre silencioso, taciturno y sedentario, sólo expresó: “Fiel y buen muchacho”.
A solas, Alma interrogó a Yaya respecto del visitante. Yaya dijo: “No es para Ud. niña. No piense más en él. No puede amarlo”.
Alma- “Ya lo amo, y vos no dirás nada”
Yaya- “Nada diré ¡lo dicen sus ojos, toda Ud. cuando lo mira! Váyase lejos si regresa ¡que no la vea su Sr. Padre!
Alma- “Regresará. Vos se lo vas a pedir en mi nombre y mis padres jamás lo sabrán”
Yaya, supo primero de los padecimientos de la violencia y luego de la fiebre del celibato. Tantas noches había pasado en vela revolcando la soledad en su estrecho colchón…
Noche tras noche volvió el escultural jinete. Yaya calló hasta poco tiempo antes de la parición del niño.
Alma, como pudo, por amor a la vida de sus entrañas, habló con sus padres. La mamá enfermó, tal vez por vergüenza. Pesaban mucho los juicios y presiones sociales. El padre abatido, sin hallar salida le da un fin trágico a su vida.
Nace un hermosísimo niño, mientras en el interior de Alma de debaten la mayor felicitad en la vida de una mujer, con el más profundo dolor. Poco después pierde a su madre.
Tanto sufrimiento fue como un crisol para tanta culpa, resultado de tomar la verdadera dimensión de su determinación, cuando ya no podía remediarla.
Mucho había perdido, pero la vida exige seguir cuando el amor reclama.
En el pueblo algunos la juzgaron mal, otros permanecieron indiferentes. Nadie se atrevió a defenderla.
Finalmente, Alma se fue al campo con sus dos amores y se llevó a Yaya.
La reja que estoy mirando fue testigo y protectora de todo lo ocurrido allí. Cuando estaba frente a ella, pensé en esta historia, sin poder determinar si me la contaron o la imaginé.
Sea lo que sea, la comparto con Uds., junto a la fotografía.