Tema: Naturaleza y Paisaje - Enviada el 15/06/11 a las 11:08:48 - Foto N° 110615110848
"La Payunia, Mendoza"
(Buenos Aires/Argentina, , Argentina)
Mi página Un lugar complejo, bello y poderoso, valorado por científicos.
“En algunos oasis, el desierto es sólo un espejismo” (Mario Benedetti).
Ubicada unos 180 kilómetros al sudeste de Malargüe, la reserva natural más grande de Mendoza abarca 442.996 hectáreas y su nave insignia es, ante todo, un lugar que sorprende a quien llega por primera vez esperando ver sólo algunos volcanes y suelos áridos.
La Payunia posee de más de 2000 conos en toda la región (algunos realmente perfectos), en tanto los 830 picos del estricto sector protegido se levantan en medio de suelos multicolores, fauna y flora autóctona. Sectores de una singularidad vigorosa, como Pampas Negras, muestran una superficie única en el mundo por forma y dimensión, y extensas coladas basálticas comparables con otras presentes en Islandia, Hawai y... Marte. El requisito es entonces tener los ojos siempre abiertos y el dedo índice ágil para la fotografía, para disfrutar de los paisajes y enseñanzas del rincón más curioso del sur mendocino.
Fusión geológica
Podría decirse que todo Malargüe es un área de transición geológica: en pocos kilómetros es posible encontrar restos de vida humana, fósiles marinos y otros terrestres. Por ejemplo, se están estudiando huellas en las cuevas de Manzano y las bardas del cerro Mesa, que hablan de humanos con unos 12 mil años de antigüedad. De ser así se estaría frente a una de las más antiguas poblaciones de América. Muy cerquita, fósiles marinos de varios períodos y otros de tipo continental terrestre (como el ictiosaurio del período mesozoico-jurásico hallado en Manqui-Malal) yacen bajo la misma tierra.
La diversidad geológica hace única a la región, que puede mostrar –a diferencia de otros sitios– “fenómenos sobre fenómenos”, es decir, distintas explosiones volcánicas, distintos restos fósiles, distintos vestigios de la antigüedad, unos sobre otros en un mismo lugar. Cabe conjeturar que si hubo vida humana hace unos 12 mil años y estos volcanes tuvieron su mayor actividad entre once y siete mil años atrás, aquellos ancestros fueron espectadores directos de los brutales estallidos y movimientos del suelo, ante paisajes de ríos de lava y cielos de ceniza. En esa singularidad, la Payunia es una gran ventana a la formación de la tierra, un territorio que aseguran está en “lista de espera” para ser declarado pronto Patrimonio de la Humanidad. “Cuando la placa oceánica se introdujo debajo de la continental, elevó la Cordillera de los Andes y tomó un ángulo muy profundo que hizo presión directamente sobre el magma. Desde ese momento empezó a provocar escenarios para volcanes, en lo que se conoce como el Corredor de Fuego, mencionados como de retroarco, es decir que empezaron a explotar mucho después por la zona posterior a los picos cordilleranos que tienen millones de años.” Esa placa que estaba abajo nunca se quedó quieta, sino que con cada movimiento producía en la zona una gran cantidad de cámaras magmáticas que tiempo después salieron con furia por medio de estos volcanes.
Copyright fotográfico: Pablo Tesoriere
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