Foto del Día de FRTema: Fotografia de Autor - Enviada el 21/01/13 a las 15:25:06 - Foto N° 130121152506
"REFUGIADOS EN EL TIEMPO"
(Buenos Aires/Argentina, , Argentina)
Mi página REFUGIADOS EN EL TIEMPO
Colonia Menonita en Guatraché, provincia de La Pampa (Argentina).
Fueron expulsados de Europa en el siglo XIX, son pacíficos, sumamente honrados y apegados a sus creencias, algunos viven apartados del contexto. Rechazan la violencia y el lujo. Tienen prohibido el alcohol, el tabaco, el teléfono, la luz eléctrica, la televisión y el automóvil. Ahora están obligados a aprender castellano, además del alemán que hablan entre ellos. Pero los menonitas de la colonia Nueva Esperanza no creen en la patria ni en el Estado. Por lo menos, no de este lado del paraíso.
Integrantes de una secta cristiana anabaptista organizada por el sacerdote reformista holandés Menno Simmons entre 1536 y 1543 protagonizaron uno de los éxodos más prolongados de la historia. Anclados a su dogma, de tradición medieval, no aceptan el concepto de Estado ni otro libro que la Biblia, viven en colonias agrícolas a la usanza medieval y rechazan el confort. Son pacíficos y fueron diezmados por persecuciones, casi siempre motivadas por su negativa a alistarse en los ejércitos o cumplir reglas contrarias a su religión.
Los menonitas llegaron a la Argentina en 1987 y viven tal como en el siglo pasado: sin luz eléctrica, sin automóviles, no conocen la televisión ni la radio. Su particular lectura de la Biblia los obliga a una vida de aislamiento y renuncia.
Un viento suave pero constante atraviesa la misteriosa colonia menonita. Se hace visible la rima de casas austeras y similares entre sí, con tejados a dos aguas y un estilo más propio de los Países Bajos.
Provenientes de México y Bolivia, en aquella fecha adquirieron 10.000 hectáreas que a su vez dividieron en diez campos. Cada uno de estos lotes posee una iglesia y una escuela propia. Hoy habitan el territorio cerca de 1.200 personas.
En esta cultura, la religión es el principio regidor y fundamental no sólo del orden social sino también de todas las esferas de la actividad humana, incluidas la política y la economía. La lectura ortodoxa de la Biblia los obliga a una vida de profundo aislamiento, austeridad y renuncia.
Cuenta Claudia Everlo, guía de la Municipalidad de Guatraché: “Uno de los requisitos fundamentales para que los menonitas decidan instalarse en una determinada región del mundo, es que el gobierno de esa zona les otorgue una serie de privilegios tales como: la eximición del servicio militar y la no obligatoriedad de voto entre otros”.
Juan Fast es el encargado de la colonia, y en un castellano trabado por su acento alemán, opina “los privilegios son una manera de mantener viva nuestra cultura, de no contaminarla con la modernización. Así podemos vivir aislados sin molestar tampoco a nadie”.
Los menonitas hablan holandés del siglo XVI y cantan en alemán los 730 salmos de su libro de himnos. Cuando más cantan es durante las bodas, apenas dejan de hacerlo para comer.
Los menonitas se casan muy jóvenes, casi siempre antes de los 20 años, y se bautizan entre los 18 y los 23 años. Las familias se caracterizan por ser muy numerosas y el promedio de hijos por matrimonio es altísimo: resulta de lo más normal encontrar familias con 7, 10, 12 hijos.
La colonia pampeana es una de las más radicalizadas. Sus miembros siguen estrictas normas de vestimenta, son temerosos de Dios, observan las reglas de comportamiento de su Biblia y viven apartados del mundo. Rara vez salen de los campos para visitar Guatraché o Santa Rosa. En sus vehículos, los mayores todavía cambian los neumáticos por ruedas metálicas, para evitar que los más jóvenes escapen hacia poblados vecinos.
Los menonitas trabajan de sol a sol y su actividad económica base es la producción láctea: el 95 por ciento de las familias tiene sus propias vacas lecheras y un tambo. David Neufeld, uno de los jefes, calcula que `hay unas 5000 cabezas de ganado vacuno en toda la colonia`, que producen entre 10 y 15 mil litros de leche diarios y varios centenares de terneras y novillos para faena al año.
La economía menonita resulta esencialmente capitalista y cada jefe familiar lleva adelante su propia empresa, con excepción de los que no tienen suficiente tierra y se emplean en las queserías, talleres o carpinterías. Por lo general, son empleados los más jóvenes de la comunidad, recién casados o a punto de serlo, ya que deben ahorrar para adquirir su tierra e independizarse del hogar paterno.
Las mujeres menonitas cultivan huertas, crían aves de corral, chanchos y caballos, estos últimos como medio de locomoción porque sus creencias les impiden utilizar vehículos a motor, como no sean tractores, máquinas rurales o cualquier herramienta de trabajo. Tanto es así que tienen permitido usar la energía de sus grupos electrógenos para hacer funcionar cualquier herramienta, pero no para iluminar el interior de sus casas, lo que siguen haciendo con faroles o velas.
Podría definirse a este lugar como una isla, una isla impermeable a la inercia del tiempo: con sus escuelas a cargo de la enseñanza excluyente de la historia de esta cultura y de los enunciados bíblicos, sin otra forma de arte ni de literatura que no esté vinculada con el coro de la iglesia y con las Sagradas Escrituras con sus calles de tierra tímidamente transitadas, no por automóviles sino por unos carruajes tirados por caballos, a los que ellos denominan «boogies», sin ningún tipo de alumbrado que provenga de la energía eléctrica sino de candilejas, velas y faroles de querosene, sin cables ni antenas que recojan y transmitan las señales de televisión o de la radio, sin prensa, sin computadoras, sin impulsos telefónicos, sin más comunicación con el entorno que la que demanda una transacción obligada en el pueblo.
Un trabajo fotográfico de Pablo Tesoriere
www.pablotesorierephotography.com