11/01/14 10:27:53
Le pedí a ese señor que volviera. Esas ramas las cortó de un árbol de mi casa. No pudiendo con mi genio, le solicité y pregunté si la niña había comido algo. No recuerdo que me contestó. Tomé la niña, la senté en una silla, como corresponde, al lado de una mesa y le preparé un desayuno de aquellos.Tengo su cara grabada en mi corazón, aún roto. Una vecina, sin más, la llevó a su casa y la baño de pies a cabeza, la vistió con unas ropas de niña que tenía y perfumó como para atraer a todos los galanes del mundo. Se fue así, como lo muestra la foto y nunca más los volví a ver. Lo que relato y señalo no es para vanagloriarme, sino, para avergonzarme... Gracias por permitirme decir, pensar y `reflexionarme`.
Ruben Ricardo Arteaga