Tema: Fotografia de Autor - Enviada el 15/09/24 a las 12:24:27 - Foto N° 240915122427
"No doy para recibir"
(Junin de los Andes y Casbas, Prov. de Buenos Aires, Argentina)
Mi página Escribió en su Diario el Caballero Errante:
Como caminar todavía no cuesta más que en suela de zapatos, gano la calle
La proximidad del Día de la Madre se palpita en el aire citadino.
Los comercios ofrecen “El mejor regalo”, que pocos compran.
Lo cierto es que la situación económica no ayuda.
Frente a un comercio que recién abre sus puertas, el flamante dueño habla con el vecino. La conversación ronda sobre temas de actualidad.
Una niña se les acerca, en sus brazos tiene un peluche maltrecho, y varios libros de cuentos que denotan su uso. De modo respetuoso les dice:
- Buen día, ando ofreciendo…
Y el vecino, sin disimular el desagrado la interrumpe:
- ¡No nena, no queremos nada!
- Pero es que estoy ofreciendo…
- No tenemos un peso, recién estoy abriendo – aclara el comerciante.
- Es que yo…
- Mirá, a ver si te queda claro: “En esta vida nadie te regala nada”
La niña comienza a sollozar y se encamina en mi dirección.
Una respiración acongojada gana su cuerpecito.
Me pongo a su altura y le pregunto:
- ¿Que es lo que ofreces?
- Mis libros de cuentos.
- Pero eso es un hermoso tesoro – reflexiono y le doy tiempo a que se reponga.
- Ya sé, tiene hermosas historias y están llenos de sabidurías.
- ¿Y porqué lo ofreces entonces? – pregunté intrigado
- Mi madre siempre me dice: “Los libros tienen una energía que hay que hacerla fluir, para que no se estanque en una biblioteca de adorno”
- ¿Y cuánto pides por los libros?
- Nada – dijo en un susurro y con la cabeza gacha – los quiero regalar.
La miro sin comprender y ella miró mi cara de asombro a través del agua que inundaba sus ojos y acotó:
- No doy para recibir, pero sé que todo lo bueno me ha de volver.
Caminamos en silencio, a pocas cuadras la florería tiene unos arreglos especiales para las Madres. Compro uno y se lo entrego. Sin mediar palabras nos separamos.
Caminé, caminé y caminé. En mi cabeza resonaban las palabras del vecino: “En esta vida nadie te regala nada”, y me pregunté: ¿Esa niña será de otra vida, y me contagió?
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