El Hospital de la Vida

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"El Hospital de la Vida"

Quim Fábregas

Barcelona, España
quimfotograf@gmail.com
http://www.quimfotograf.com
 Volver SigloXXI, en medio de una sociedad mediática y globalizada, rodeados de avances tecnológicos que hacen la vida más fácil, la pobreza aún está presente en muchas partes del mundo, aunque cubierta para muchos ojos, miradas que no ven más allá, pero no por eso deja de existir. Y, aunque hay pobreza, también hay personas dispuestas a ayudar a mitigarla.

Este es el caso de la Casa Hogar de las Hermanas del Buen Samaritano para enfermos terminales, dirigida por la Madre Irene, misionera nacida en León, España, que desde hace más de 35 años está laborando en este hospital ubicado en un pequeño pueblo, en la zona central de Chile llamado Molina. VII Región. La gran mayoría de los enfermos provienen de los sectores más pobres Región, dónde Molina es considerada también una de las comunas más pobres. Al mismo tiempo, se acoge a enfermos del resto del país, porque en palabras de la propia Madre, la pobreza no tiene territorialidad.

La Madre Irene junto con las hermanas del Buen Samaritano se hacen responsables de la atención médica y de enfermería, además de financiar los costosos tratamientos médicos y también de la alimentación y estancia de los enfermos; algunos de ellos pasan años en aquel recinto.

Entrar en el hospital es entrar en otro mundo, un mundo que a la vez sorprende y sobrecoge, personas, algunas casi inmóviles, que solo se pueden comunicar a través de la mirada, o de simples gestos con las manos, pero que tan solo con aquella mirada o gesto traspasan el alma de manera limpia y dulce, pero también con dolor y tristeza y tal vez con cierta resignación porque saben que van a morir.

Una de las cosas más importantes es el amor de las Hermanas hacia cada una de estas personas, la sonrisa siempre en el rostro, el cariño y la entrega, no sólo de ellas, también de la gente que allí trabaja, cocineras, conductores, jardineros, cuidadores, mecánicos y más. Todos aportan con lo que saben hacer para que sus pacientes se sientan mejor y vivan lo más dignamente los últimos días de sus vidas dónde la mayoría de ellos están solos, sin familias.

En medio de la presencia de la muerte, el sentimiento de la vida siempre esta latente, reflejado en todas las actividades cotidianas del lugar, desde el primer despertar, al momento de bañar a cada uno de los pacientes, con cuidado preocupado y de mucha entrega, una entrega desinteresada y profesional. Aquí se entrelazan la fuerza emocional para realizar aquel trabajo, pero también la fuerza física que se requiere para levantar un cuerpo inmóvil, todo de manera precisa, cuidando cada detalle y transmitiendo además mucho cariño.

También poseen un Policlínico externo, que da atención de salud a cientos de personas que diariamente ven en las Hermanas un apoyo para aliviar sus enfermedades, curar sus heridas o encontrar aquellos medicamentos siempre escasos para el minimo ingreso económico de las familias en extrema pobreza.

Cada actividad, cada acontecimiento, esta siempre supervisado bajo la organizada y cuidadosa mirada de la Madre Irene, gestora de éste proyecto y junto a ella toda la congregación, quiénes no se detienen durante todo el día para que nada haga falta y nada salga mal, entregando lo que saben con cariño, fuerza y dedicación.

Fotos: Quim Fàbregas
Texto: Carolina Gutierrez    El límite de la fotografía es nuestro propio límite
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