Esta muestra es una selección de fotos que tienen que ver con las miradas. Y no sólo las miradas de los otros, los fotografiados, sino la mirada de uno. Y eso implica una relación permanente entre fotógrafo y fotografiado. NO EXISTE FOTOGRAFRÍA sin esa relación, y no es una relación compleja: la tenemos cuando fotografiamos a nuestros hijos, amigos, una flor, una montaña, la caída del sol.
Hay circunstancias en las cuales uno necesita mostrar algo, donde hay seres humanos, y uno interacciona no solo directamente con ellos, sino con el todo, es decir, con el contexto incluido. Es cuando uno quiere mostrar alguna situación en particular y dar un mensaje (como la foto del niño en el carro que recoge cartones y diarios). Hay una frase muy común, pero real, que solemos usar los fotógrafos: “el no lo tenés, hay que ir a buscar el sí”. Y buscar ese sí implica lo que arriba mencionaba: COMUNICACIÓN ENTRE FOTÓGRAFO Y FOTOGRAFIADO.
Por otro lado, los nombres de las fotos son relativos. Quizá, más que nada, están para marcar en algunos casos dónde o en qué momento fue tomada la foto, en otros para marcar una historia. Historias que reflejan situaciones de vida que parece que nunca cambiarán. Como es el caso de la serie de niñez en San Telmo. La primera fue tomada en 2001 y representa a una madre sosteniendo a su beba, mientras pide ayuda en la calle. Las otras fotos, de la misma serie, reflejan instantes de vida de un chico en San Telmo que también solicita ayuda en la calle. Cómo se entrelazan las fotos? La beba de la primera foto es la hermana del chico que vemos en las otras tres. Hoy esa nena tiene 9 años y solicita ayuda junto a su hermano. Ambos fueron bebes y aún están pidiendo ayuda en la misma calle, todos los días. Otros son contrapuntos muy fuertes, como el hombre que tiene en la camiseta la inscripción soy Giordano. Lo que no se ve es que en el reverso dice no me peguen. Para los que no son argentinos, Giordano es un personaje “popular” aquí , que esgrimió esa frase cuando en un partido de futbol la hinchada rival quiso agredirlo. O las fotos tomadas durante la marcha del Orgullo Gay, donde se entremezclan seres humanos en distintas circunstancias de vida, marcando nuevamente fuertes contrapuntos. Eso es lo que sucede cuando uno sale a hacer fotografía a la calle.
Para los que no conocen IMPA (Industrias Metalúrgicas Plásticas y Afines), es hoy una Cooperativa que sobrevive a la destrucción que hace no tantos años sucedió con parte de la Industria Nacional. Las fotos parecen hechas en los años 40’, pero son actuales. Los trabajadores que allí están tienen un altísimo grado de dignidad, luchando día a día por recuperar ese espacio de trabajo. También está Tito, un personaje increíble. Su casa, en la localidad de Quilmes, está hecha con botellas de vidrio, y da un mensaje permanente de humildad y transmite a otros cómo poder vivir dignamente con poco. O la foto llamada Hermanos, sacada en plena crisis del año 2001. Simultáneamente, y justo en frente, mucha gente hacía cola para comprar dólares a $ 4.- . Pero en general, lo que prefiero es que la foto llegue por sí misma, sin tanto título y explicación. Soy de la idea de un lenguaje fotográfico más directo, donde exista compromiso y donde quede claro que la comunicación va más allá de la cámara fotográfica.
Hoy la fotografía se ha vuelto más popular gracias a la fotografía digital. Y eso es un hecho valiosísimo. Ya no está acotada a lo que tradicionalmente se llamaba los fotógrafos. Hoy millones de personas, muy fácilmente pueden hacer fotografía. Y por ende hay muchas más posibilidades de hurgar en las profundidades de este maravilloso arte. Lo que sí es común a TODOS, aficionados y profesionales, es qué distancia establecemos en el acto de fotografiar con lo que estamos fotografiando. En ese momento se establece una relación, hay un vínculo, hay comunicación, y es ahí cuando dejamos de ser dos para terminar siendo uno.
Y en fotografía, cuando somos uno con lo que fotografiamos, cuando establecemos una fuerte comunión, ahí, en ese momento, no importa la cámara que tengamos, porque ella sólo será el intermediario para captar, parafraseando a Henrie Cartier-Bresson, el instante preciso.
El límite de la fotografía es nuestro propio límite