Se trata de fotografía callejera en distintas ciudades de Cuba, en un recorrido desde La Habana a Santiago. Esta exposición pretende mostrar la vida en la Cuba de hoy, capturar su alma, ir más allá de la simple mirada turística y captar su esencia, la vida actual de sus calles, sus plazas, sus balcones. Logrando que el espectador recorra su historia, conozca su gente, su vida cotidiana a través de las fotografías. Colocar al observador en el lugar subjetivo del fotógrafo, usurpar su mirada, su punto de vista, su recorte particular de la realidad circundante en cada encuadre.
Las obras fotográficas presentadas muestran una Cuba en las que se conciliaron las discriminaciones de antaño. Un País que lleva una vida tranquila, reflejada en sus rostros sonrientes y serenos. Una población ocupada en sus faenas cotidianas, retratos de una realidad diferente a la Argentina, en un paisaje lleno de texturas, colores y arquitectura colonial. Fotografías que transmiten la música, los sabores y olores de sus comidas, sus perfumes y la sensaciones de estar ahí in situ.
Captar el alma a través del lente angular es dotar el retrato de un contexto, capturado en su totalidad, integrado en el todo que lo rodea.
Captar el alma no es robarle esencia a la vida de su gente, sino darle espíritu cubano a la mirada de quien observa ese país a través de la ventana fotográfica. En síntesis, colocar al observador en una postura activa, en la esencia misma de la imagen. Darle alas para viajar con la imaginación hasta el centro de la cultura e historia cubana.
El límite de la fotografía es nuestro propio límite